jueves, 27 de marzo de 2014

Es el génesis

Es el génesis.
En el reciente  mundo
Estrenado por adanes y por evas
Vagan  sus desnudeces
Seres inéditos
Felices por la tierra inaugurada.
Ríos de agua muy pura,
Alborotadas cataratas,
Lagos  amodorrados
Y arroyos que  desbarrancan sierra abajo
Mojan la tierra
Que es verde, colorada y gris,
Y  que se ondula buscando
Formas y relieves.
Las aves y los peces se solazan
De ser los primeros.
Fieras oscuras recorren las praderas
Para hacer saber quién es quién
Desde el origen
En el reino salvaje.
Los únicos que tienen dudas son ellos.
Nada saben de sus cuerpos,
Se miran, se parecen
Aunque no tanto.
Se huelen, se tocan,
No son iguales.
(Talle lozano
Que desborda en redondeces,
El de ella,
Torso firme,
Brazos torneados para abrazarla más tarde,
Los de él,
Y bocas mudas.)
Se recorren con estremecimiento
Y en ese instante
En que la sangre se agolpa
Enloquecida,
Lo saben para siempre:
No querrán separarse  uno de otro.
Acoplados, humedecen sus labios
En el primer beso dado
En este mundo.



martes, 25 de marzo de 2014

Ella y él


Ella era mala y mentirosa. Bajando la voz: Lo engañó siempre. Él la había visto tan linda,  tan buena. Vivieron muchos años juntos, yo no sé. El sí forzoso los envenenó un poco cada día.
Él era un vago, no le gustaba el trabajo. Un mantenido. Miserable, mezquino, aprovechador, no lo quise nunca para ella. Masticaban la rabia incontenible a toda hora. Hartos, decidieron separarse.
Entonces, los devoró la pelea, se arrastraron hasta lo más bajo. Se tiraron los platos. La distancia creció en cuotas, como todo lo que había pagado él y que ella se llevó después.
Nada quedó del apetito inicial. Ahora, estaban famélicos de nuevos amores.
Al final, empachados de resentimiento, vomitaron todos los no que tenían atragantados y se fueron sin despedirse, como desconocidos, soltando broncas.
Pablo Picasso



domingo, 23 de marzo de 2014

En el jardín

Tiene el jardín mundos plurales y complejos.
La vida explota en pétalos y trinos.
No es casual.
La estación de la siembra ocupa al jardinero.
La espera lo llena de inquietud.
Trabaja en los canteros,
Quita maleza, se ocupa
Del riego, las hormigas y los pájaros.
Al fin, el brote,            
La flor,
El fruto.
Cada estación urde su encanto.
Tiene el jardín unas flores menudas,
Fragancias amarillas,
Son soles embusteros.
Los picaflores las visitan
Codiciosos y se van.
No sufren abandono, no les importa.
En el jardín hay una zona oscura
Donde crecen helechos,
Equilibradas ramas
De vegetal arcaico  que ama las simetrías.
Han resistido todo,
Buscan zonas umbrías,
Andan por los rincones.
Hay preferidos
En mi jardín,
Malvones y jazmines, por ejemplo.
Olvidadas
Las madreselvas no piden
Nada,  nunca.
Quiero resucitar algún rosal antiguo,
Es imposible.
Habrá rosales nuevos en agosto.



sábado, 22 de marzo de 2014

Las casas tienen ojos

Las casas tienen ojos,
Tienen bocas,
Respiran. Duermen,
Se despabilan con el canto del gallo,
Si hay gallo, alarmadas
Se sobresaltan  temprano
Con los relojes.
¿Qué esconden las ventanas?
Desde la calle se ven figuras,
Se ocultan,
Son Espejismos,
Piezas de rompecabezas.
Alguien
Arma y desarma la historia sin parar.
¿Qué juego es ése?
Alocadas las sombras van y vienen,
Muchos juegan el juego  inexorable
De ovillar la vida
Y desovillar la muerte
Todos los días.
En las ventanas de la casa grande
El amor la espanta,
Obstinada  hace señas y  aguarda  
El final de la trama
Amortajada.


viernes, 21 de marzo de 2014

Una duda pesa como elefante

Una duda pesa como elefante.
Dudas paquidermas.
No querría decir que  es una duda enorme,
Pero de tan pesada aplasta la vida que me lleva
Con esfuerzo.
Una duda corroe como gusano,
Se mete en grietas  secretas
Para desovar e infectar la carne.
Corrompe.
Tampoco diré que es una duda pequeña.
¿No hay nada dulce en mis palabras?
¿Que no es dulce la herida de amor,  
La ausencia del amante?
¿Que no hay dulzura en  amanecer abrazados
Ni en sentir tu aliento próximo?
¿Que no hay música que alegre los veranos o
Que encienda los leños que me consumen?
Mi senda es otra,
Ando por soledades,
Por atajos apenas razonables,
Barrancos de miedo y de locura.
Afuera está la vida,
La palabra avanza como puede.

jueves, 20 de marzo de 2014

Lo intangible de la historia agita el aliento

Lo intangible de la historia agita el aliento
Y la vida ínfima convive despreocupada
Con rocas  cercenadas hace siglos, marcadas
Por rezos estremecidos.
Gestos y palabras horadan  
Lo íntimo de la divinidad,
Flores enarboladas por  amor al sol.
El agua del Vilcanota abajo
Viene andando  en el tiempo
Carga la herencia del pueblo andino,
Elevados amautas y aguerridos hombres
Vienen cantando en el río.
Espectros en movimiento lamen los pedruscos  
Avaros de lunas y de soles,
Y  un caracol, allí
Adherido a un nicho dentro del templo inca.
Es la vida, digo,
Minúscula partícula  entre  despojos
De lo bello y sagrado.
La roca labrada guarda  memoria
De ritos funerarios y de ofrendas devotas,
Del poder, la fuerza, el agua,
La tierra, el oro, lo divino. 
El río también.
Una amalgama arcaica
A salvo de la avaricia,
Oculta quinientos años por la selva.
Y abandonado, en el espacio
Donde se han dejado  en los solsticios
Las ofrendas,
Sólo él.             
Caracol olvidado. Vivo.  
A salvo.


sábado, 15 de marzo de 2014

En un minuto fulminante

En un minuto fulminante,
La verdad  excomulga a los condenados.
La vida               
Se sacude  en un minuto  
De la  aparente  eternidad. 
Fingimos.
No queremos saber de brevedades,
Ni de despedidas
(Funerales desolados,
Viajeros que se alistan,
ya es la hora).
Solos con otras soledades,
Desesperados
Vamos ciegos de día en día.

jueves, 13 de marzo de 2014

Espera el instante inicial para nacer el verbo

Espera el  instante inicial para  nacer el verbo. 
Crece la urgencia por ser.
Susurro palabras   
menudas,  incompletas,
 minúsculas,  interruptas,
ahuecadas, menguadas, desdeñadas,
minusválidas, arrinconadas
con miedo. Otros, en cambio,
lanzan palabras
como piedras, como puñales 
agraviantes, rencorosas, viles,
envilecidas por la mierda del mundo.
Explotan las palabras
desfiguradas, monstruosas de los criminales confesos.
Suenan  palabras
modestas  de los que piden perdón,
 vacías de los que los que bla bla bla,
que no son escuchadas
por zonzas.
Mi voz  espera  pronunciar palabras
(entrañables, genuinas, intachables)
amorosas.             

martes, 11 de marzo de 2014

Algunas palabras se agitan convulsas


Algunas palabras  se agitan convulsas.
Nunca dijimos todo.
El dolor  manda y silencia.
Hay tiranos adheridos en los huecos, grises
Dobleces de la memoria. Tiranos
Incrustados  en los cuellos quitan el aliento       
Y en las manos
Ajustan cadenas invisibles,
Lastiman  indiferentes.
No pudimos hablar.
Ocultos debajo de las sábanas
Esqueletos escuálidos  lloran entre las  almohadas.
No decir.
Silencio. No se debe hablar.
Acordamos tácitamente no lastimarnos
También  con  las palabras. 
Esquirlas  muerden desde adentro.
El silencio  anuda  retorciéndose
Desgarrando   
Y se pudre la carne.
Revienta en  pus la memoria de lo no dicho.
Yo lo sé hoy, pero ya es tarde.




domingo, 9 de marzo de 2014

Otoño

Te doy la flor de otoño que flota en los estanques.
Que todo lo que ha muerto se oculte y florezca
En otras primaveras.
Renacimiento.
Los hijos de los hijos recuerdan las fragancias,
Cantan canciones viejas, beben la sangre en las hogueras.
Espejos, rondas, danzas tribales, canciones infantiles.
Llanto.                              
Acaso habrá nuevos dioses para esperar otros milagros.

Variación de otoño

Miro la fruta que madura, las flores marchitas, los botones
Que revientan y caen abortados.
 Lo que es,  es.
Sólo yo conozco el frío que trama oscuridades en  el jardín  y
Enreda madejas del estío. Todo lo que sangró se licua.
Sangre tibia que transita por estanques de locura.
Algunos rayos  de sol  apenas se animan. Igual
Dejo abierta la puerta. Pueden entrar
La vida, la risa             
Que ha estado jugando a las escondidas.
Atrás queda el dolor espiando debajo de los álamos,
Abro todas las puertas.
No es tarde.

Ciclos

Pequeños capullos rosados caen sobre la tierra.
El verano muere.
La calavera sonríe sola en el fondo del estanque.
La vida continúa con aromas y fragancias muertas,
Con recuerdos de la flor.
Lo inevitable es el ciclo eternamente renovado.
No es el frío, sino el recuerdo del calor
Lo que duele, pero anima a seguir de modo inexorable.

Dejo caer las flores rosadas


Caen unas tras otras pequeñas frágiles rosadas las flores
De la bignonia del patio. Final del verano.
Cesa el calor desesperado, no decae el deseo
-deseo por el agua y la sombra debajo de los árboles-
El ansia por la fruta abierta reventando de madurez y azúcares.
El otoño desmadeja su brisa.
Los frutos son otros. Otra la siembra.
Frágil la vida, así  sucede.
Dejo caer las flores rosadas, 
Piso los restos de lo que fue vivo y fragante,
Barro, 
Quito lo que no sirve, 
Lo que  molesta, lo que se pudre para
Esperar el invierno crudo, lo inevitable 
Y seguir.

sábado, 8 de marzo de 2014

Somalia. Wardo Yusuf


 África, 2011
Una mujer somalí camina por el desierto con sus dos hijos. La  otra mujer que le sigue los pasos tuvo que decidir  abandonar a dos adolescentes debajo de un árbol, los dejó en manos de Dios para seguir caminando con otros cinco. La sed y el hambre arrebatan las vidas de los que no resisten. Millones de personas en riesgo. La muerte camina entre las sombras de sus esqueletos descarnados. Sombras con el alma rota, sin agua, sin alimentos. No pueden llorar a sus muertos. Deben seguir caminando a Kenia que está esperando. Un paso gigantesco para ellas.
Ella es Wardo Yusuf camina con una pequeña de un año en la espalda y otro de la mano. Sólo tiene dos litros de agua. Si no lo logra, si no llega al campamento de refugiados, deberá vivir con los fantasmas de sus niños. El milagro está en el bidón de agua.
Somalia con una población de un poco más de nueve millones de personas sufre frente a la mirada indiferente de los poderosos y a los paliativos de los organismos internacionales. No basta. Sobras para ellos que no tienen nada de nada.
 Somalia tiene problemas con sus  dioses que evidentemente no se han puesto de acuerdo aún. Los  hombres tampoco, los somalíes hablan tres lenguas -italiano, árabe e inglés- en las que no se ponen de acuerdo los políticos del país. Resabios de colonialismo, pienso.
Wardo Yusuf  debe abandonar a su niño desfalleciente. En el umbral del dolor  arroja parte del agua que lleva como tesoro sobre la cabeza del niño que durante cuatro años cobijó en su lecho. Pide ayuda a los otros migrantes. Nadie la auxilia. Lo deja, tapa el pequeño cuerpo con ramas secas. Una mujer en el límite salva al hijo que tiene más posibilidades y sigue. “Dios da y Dios quita" dice y  camina.








http://www.ellitoral.com/index.php/id_um/97384-unas-857000-personas-necesitan-ayuda-urgente-por-falta-de-comida-en-somalia

viernes, 7 de marzo de 2014

Sin medias

Estás allí sentado, te veo callado,
Largo, incómodo en la silla de caño deslucido. Tantos posaron
Antes que vos su anatomía de adolescentes en las sillas viejas de la escuela vieja.
Eternas horas para vos con frío, esperando la comida de la señora Ana.
Sin medias, con poca ropa y hace frío.
No quiero imaginar qué estás pensando.
Los otros chicos llevan abrigos, zapatillas nuevas,
Mochilas de onda, dicen, que esto y que aquello, lo más.
Mochila llena de no se puede tenés, un montón de no tengo,
Bolsillos repletos de  no me pidan
Que no se puede. Que no te quejes
Y que estudies, que tu futuro de eso depende. Mirá lo que pretendemos.
No nos creés, sólo tenés frío ahora. Mañana, también, pero no  importa.
Una sonrisa te cambia la actitud
Y presiento qué te pasa. Miramos la hora, falta poco.
Entonces digo: ¡Qué rico olor viene de la cocina!
Yo también me voy  mejor a casa.
                                    




Incertidumbre

Ni tú ni yo sabremos nunca qué esconde
La noche de la desolación y la tristeza.
Podemos entrever en los días serenos la rutina que agobia,
El trajinar por la casa y las cosas
Que mudas asisten al paso de los días y
A la lenta marcha de las noches.
Nadie sabe qué le aguarda en la esquina, ni el asesino
Que oculta el arma homicida, ni el que lo persigue. Nadie
Ni siquiera la mujer que dará a luz y sabe
Que parirá en ese instante. Nadie
Sabe. Nadie.
Algunos sospechan las intrincadas horas que les aguardan
Porque no ha salido nada bien en sus vidas.
Por qué no habría de seguir igual, se dicen. Los otros,
Los felices, insisten en que todo está OK sólo porque se les antoja,
Y a veces sale como esperaban o mejor aún.
Alguien recita que el destino escrito caerá y se cumplirá
Para bien o mal. Mentiras.
Nadie lo sabe. Nada nunca es seguro,
Todo efímero e incierto. Menos
Las certezas de los catecismos y las palabras santas.
Siglos de andar en las tinieblas los hombres nada
Sabemos de la vida, salvo lo que nos toca y contamos
como monedas en las manos del avaro, una y otra vez.

domingo, 2 de marzo de 2014

Lucía tan callada

Algunas veces nosotras salimos en defensa de las otras mujeres por solidaridad, por convicción o piedad. A Lucía nadie la defendió. Lucía está sola en un cuarto de mala muerte. Se la ve como una mujercita frágil, pero  algunos dicen que es mala como una arpía. Otros, que fue el sufrimiento lo que la llevó a este desastre. Hay quien afirma que con la madre también era mala y esto algún día iba a suceder.
El marido era violento, usted sabe, uno de esos tipos que toman y hacen locuras, aunque en el fondo la quería…    él andaba con la otra, eso la volvió loca, pobre…   ésa se va a arrepentir toda la vida de haberle quitado el marido a Lucía. Juan, pongámosle un nombre, la maltrató al poco tiempo de conocerla, primero cuando no la dejaba salir con las chicas del taller,  se ponía como loco si hablaba con un compañero o   acusaba a su hermana, la Gladys, de llenarle la cabeza o a la madre de querer otro candidato para casarla. La humillaba frente a los hijos, usaba palabras degradantes que los hijos  repiten, aunque ahora menos, quizás porque la ven poco y también por miedo. Lucía tiene una mirada dura, un poco extraviada y eso y el hecho criminal la hacen temible.
Trabajó mucho. Durante años lo mantuvo  pese al descontento familiar. El comía, dormía, ordenaba qué había que hacer y  qué no, desde el principio. Decidió casarse con ella antes de que la suegra lo echara a la calle. Embarazo de por medio se casaron  y tuvo que buscar trabajo y  empezar a trabajar. “Boluda, no servís para nada”, “tarada, no ves lo que hacés”, “vos no hacés nada bien” “si me sirvieras en la cama”  “salí de acá dejáme de joder sos una vaca”.  Ella callaba y hacía todo lo que podía para conformarlo. No quería verlo enojado.
 Lucía  no hacía nada bien y eso se  lo recordaban a cada rato. No era como la otra en la cama y se lo decía, no cocinaba como su madre y le tiraba la comida al tacho de basura, no era prolija como la Gladys. “No hacés nada bien”, “estos se portan tan mal por tu culpa no sabés criarlos” cuando  les pegaba a los chicos,  se ponía en el medio, le pegaba a ella.  El día en que la vio hablando con el Sergio le dio la paliza de su vida. Después siguió como  acostumbrado. Fue un camino sin retorno y ella tuvo mucho miedo; espiaba sus gestos, esquivaba los ademanes, medía sus pasos, controlaba  las miradas,  se aflojaba para suavizar la intensidad de los golpes, lo dejaba hacer en la cama, se esforzaba para no llorar, no gritar de dolor cada vez que la sometía. Lucía no camina, vuela. Con  la velocidad de su andar se escapa de esta vida que le ha tocado, piensa.  Los pasos ligeros, el corazón en la boca siempre que llega él, dice en voz baja porque cree que la puede escuchar aún cuando no está en la casa. Esta Lucía es un animal en acecho, frágil y temeroso.
El dolor se transformó, se pudrió de a poco, la arrastró como un viento feroz, la degradó. Cada día, durante largas noches en las que no dormía por temor a que volviera  a pegarle, pensaba en morir o matarlo.
Un día, mientras  llovía  y los chicos estaban en la escuela, aprovechó el momento para hablar, para decirle que tenían que separarse, que la casa era de ella y que era lo mejor para los chicos, pero no pudo soportar  los golpes y se calló; otras veces se hubiera humillado y le hubiera pedido perdón por haberlo hecho enojar, hubiera suplicado de rodillas, lo hubiera dejado hacer lo que más le gustaba en la cama aunque la lastimara, qué te pasó quién te hizo esto qué animal, decíle a tu marido  que no te lastime más si no lo tengo que denunciar. Ese día fue hasta la pieza, lo llamó, escuchó una puteada por respuesta, escuchó los  gritos sin entender qué decía, lo vio levantarse como un loco, amenazarla con la mano derecha en alto, le oyó elevar la voz más y más sin comprender nada y salió de ella lo que  había estado sofocando, eso que  no quería sentir y que tenía adormecido, la ferocidad del animal herido,  maltratado, saltó sobre él con el odio reventando sus venas, atormentada, gritando con el cuchillo en alto.
Lucía ahora está sola, desde el día del crimen duerme en la celda de dos por dos sin compañía. Es peligrosa, dicen. Dicen que no se sabe con ella, que puede atacar así como así en cualquier momento. Casi no habla. Tiene mucho frío, sobre todo cuando llueve y extraña a sus hijos. Espera en silencio la decisión de un juez.

sábado, 1 de marzo de 2014

No espero más que tu alegría



Te amo con amor sincero, pero no alcanza.
Un día u otro hay rumor de tormenta, devastadoras nubes sombrías.
Te quiero  con alegría dolorosa, a veces.
Tibia es la ternura. Pero no alcanza.
Un tejido de lanas y de espumas  te abraza. Nada.
Tu dolor es el mío. No alcanza
La mirada celeste, la señal de la vida.      
No basta la sonrisa.
No quiero
Tu dolor.  No espero más que tu alegría.
En el primer instante,
Cuánto te quise, semilla,
Almendra, criatura que venías andando hasta
Encontrarme.  ¿Desde dónde crecieron tus caminos?
¿Desde qué lugar viniste  para amarrar así? ¿Quién te enseñó
A hacer nudos?
De dónde hayas venido tu llanto, tu tibieza y  tu apuro
de recién nacido se toparon conmigo.
Te quise sorprendida cuando  jugabas
Húmedo dentro  de mi universo.
Te quiero hoy, alto y hermoso.
Te pido la alegría, no seas avaro,
Para no morirme de tristeza.