domingo, 9 de marzo de 2014

Dejo caer las flores rosadas


Caen unas tras otras pequeñas frágiles rosadas las flores
De la bignonia del patio. Final del verano.
Cesa el calor desesperado, no decae el deseo
-deseo por el agua y la sombra debajo de los árboles-
El ansia por la fruta abierta reventando de madurez y azúcares.
El otoño desmadeja su brisa.
Los frutos son otros. Otra la siembra.
Frágil la vida, así  sucede.
Dejo caer las flores rosadas, 
Piso los restos de lo que fue vivo y fragante,
Barro, 
Quito lo que no sirve, 
Lo que  molesta, lo que se pudre para
Esperar el invierno crudo, lo inevitable 
Y seguir.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario