sábado, 8 de marzo de 2014

Somalia. Wardo Yusuf


 África, 2011
Una mujer somalí camina por el desierto con sus dos hijos. La  otra mujer que le sigue los pasos tuvo que decidir  abandonar a dos adolescentes debajo de un árbol, los dejó en manos de Dios para seguir caminando con otros cinco. La sed y el hambre arrebatan las vidas de los que no resisten. Millones de personas en riesgo. La muerte camina entre las sombras de sus esqueletos descarnados. Sombras con el alma rota, sin agua, sin alimentos. No pueden llorar a sus muertos. Deben seguir caminando a Kenia que está esperando. Un paso gigantesco para ellas.
Ella es Wardo Yusuf camina con una pequeña de un año en la espalda y otro de la mano. Sólo tiene dos litros de agua. Si no lo logra, si no llega al campamento de refugiados, deberá vivir con los fantasmas de sus niños. El milagro está en el bidón de agua.
Somalia con una población de un poco más de nueve millones de personas sufre frente a la mirada indiferente de los poderosos y a los paliativos de los organismos internacionales. No basta. Sobras para ellos que no tienen nada de nada.
 Somalia tiene problemas con sus  dioses que evidentemente no se han puesto de acuerdo aún. Los  hombres tampoco, los somalíes hablan tres lenguas -italiano, árabe e inglés- en las que no se ponen de acuerdo los políticos del país. Resabios de colonialismo, pienso.
Wardo Yusuf  debe abandonar a su niño desfalleciente. En el umbral del dolor  arroja parte del agua que lleva como tesoro sobre la cabeza del niño que durante cuatro años cobijó en su lecho. Pide ayuda a los otros migrantes. Nadie la auxilia. Lo deja, tapa el pequeño cuerpo con ramas secas. Una mujer en el límite salva al hijo que tiene más posibilidades y sigue. “Dios da y Dios quita" dice y  camina.








http://www.ellitoral.com/index.php/id_um/97384-unas-857000-personas-necesitan-ayuda-urgente-por-falta-de-comida-en-somalia

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