lunes, 30 de noviembre de 2015

Siguen cantando


Hoy conocimos a otro nieto recuperado, ya son 119 y la madre vive. 

Siguen cantando
I        
Ronda la memoria
Son sombras esquivas. En las fábricas
Cantan las sombras,
Cantan por  la sierra.
No pudo el silencio esconder el canto.

Un día  y otro
Comienzan  a verse a los   niños escondidos
De los brazos maternos,
Un día u otro conocemos sus nombres
(Dormidos se los habrán llevado
O despiertos y en llanto
De los vientres saqueados).
Ellos cantan, siguen cantando.

No aparecieron. Los buscamos,
No alcanzó la muerte para  negarlos.
El silencio envolvió el dolor
En las salas de tortura,
En las fosas comunes,
En el Río de la Plata.
Qué solos habrán estado en el fondo del río.
El silencio es  río. Ellos siguen cantando.

Los pañuelos  se hicieron rondas,
Suplicaron en las iglesias,
Exigieron  en los cuarteles.
Qué solos habrán estado en los campos de la muerte.
El silencio tiene las botas puestas. Ellos siguen cantando.

Los hijos en el río, en las fosas comunes.
Las madres en la plaza.
Las rondas fueron madres
Han parido más plazas
Por los pueblos, aquí y allá
Sacuden  las palabras, pero el río es sordo.
Qué  frío,  el agua y el barro  en el fondo del río.
Se  rompen siniestras  las cadenas que  los atan,
Se quiebran los pactos de silencio.
Hay juicios, jueces, condenados
(Viejos en la cárcel).
Qué solos están en el fondo del río.
Ellos siguen cantando.

Los buscan.
Golpeando  las conciencias
Arrinconaron el olvido.
Los buscan,
Van cada jueves en ronda,
Van con  los sueños anudados
Sujetando recuerdos                  
En las camas deshechas  por la ausencia,
En las sillas vacías,
En las  miradas tristes.
Y van,  tejen la ronda.
Y  van, cada jueves de marcha.
Porque ellas no detienen sus pasos,
Ellos siguen cantando.

II
Una pareja de gorriones sobre la rama
Intenta trinos.
En la fosa una calavera
Pugna por salir y ser antorcha,
Hoguera que disemine fuegos.

Árbol, rama, fosa,
Son a la vez trino y fogata.
En las fosas
Se oyen,
Sobrevuelan los sueños.

Tiemblan los trinos de las  aves,
De la tierra sale el fuego y la canción.
Por rigor del destino,
La utopía  sigue entonando su canto.


III
Las rompieron,
Incansables amarraron sus zapatos al amor,
Por eso andan por ahí edificando pedazos.
Les tajearon el corazón,
Entonces cada jueves  atan  la vida a sus pañuelos.

Porque los pasos de sus madres se clavaron a la plaza,
Ellos siguen cantando.