viernes, 27 de junio de 2014

En Delfos

Estar allí, en el centro del mundo,
En  un pueblo griego, 

Caminando por las calles estrechas, empinadas;
Sentados en una taberna
Deseábamos abandonarnos al sol, 
Dudando de la circularidad de la vida,
Vivir el momento
Como si antes hubiéramos recorrido esos caminos
Y  bebido el mismo vino. Estar allí,
Presagiar el aliento de los dioses,
Invocar la historia de los que nos precedieron
Al borde de un acantilado en el Oráculo de Delfos,
Dejarse estar a la sombra alargada de los cipreses
Recostados en montes escarpados,
Recorrer con la vista los desfiladeros imposibles, descubrir
Laureles olvidados
En el mármol eterno que esculpió  el artesano,
Un anónimo perpetuo,
(Capitel, columna, brazo, torso)
Trozos de belleza arcaica,
Segmentos de alguna forma primitiva,
Sangre que no fue;
Perdidos en un  laberinto
Seguimos los hilos invisibles
Que anudan el presente al pasado.
El templo de Apolo
No es un templo.
Es  la memoria,
Escenas que fugaron,
Sucesos heroicos, cotidianos o míticos se esconden
Entre las ruinas, en el canto de los pájaros,
Entre los vahos  que adormecen a las pitonisas.
Tantos augurios revelados,
Tanta flor seca y renacida entre las mismas piedras,
Pasos de valientes púgiles, de músicos y atletas,
De hombres que entonaban canciones y mujeres bellas
Que coronaban con laureles a los vencedores de los juegos.
Un templo, una flor,
Un hombre,
Son en un momento (una e infinitas veces).
Tantos hombres, en uno,
En el albañil que levantó las columnas enhiestas,
Hoy tumbadas junto al  sendero, entre la hierba.
Tantos hombres, en el poeta
Que escribió los versos para cantar un día,
El hombre
Es (uno y todos)
En un momento,
Una vez y para siempre.


miércoles, 25 de junio de 2014

Alguien espera

Miles de personas mueren en zonas de conflictos donde se debate quién tiene el poder y la riqueza.



Alguien espera
Como quien aguarda en la ventana
Que lleguen los amores,
(Cartas, botellas en el mar.)
Como quien espera el arribo del tren con atraso,
(De la guerra no regresan los muertos)
Como los sordos que disimulan la sordera,
(Los traen en cajas cerradas.)
Los mudos que hacen señas incomprensibles,
(No hablan están callados para siempre.)
Los que se ríen en la última fila en el cine,
(Desde el último rincón se esparcen las cenizas.)
Como el que canta palabras extrañas
(Ya no hablarán.)
Disimulado extrañado desencajado
Distanciado incómodo
Extraviado indiferente.
(Nadie les avisó que no volverían caminando.)
Así, sin ganas
Temeroso esquivo.
Así, oculto en el silencio
Mudo sordo vencido.
Sin utopías,
(Ya no habrá sueños.)
Así, como el gallo ciego en los amaneceres,
(Mudo y sereno)
Como quien se va para siempre
Y lo sabe, pero no lo dice,
(Nunca más)
Para siempre.


lunes, 23 de junio de 2014

No era la primera vez. De la crónica periodística


  Lo vio cuando la chica entró al dormitorio. Estaba enfurecido. No era la primera vez. Si el chiquito lloraba, se volvía loco. Cuando el de siete años molestaba a la hora de la siesta, gritaba hasta que todos los vecinos salían a la vereda.
  Era una pareja despareja. Ella tenía veinticinco o veintiocho, más o menos, y él tenía unos sesenta y pico, usted sabe cómo son esas cosas. Para mí que ella se juntó con el viejo para darle un bienestar a los nenes, pobrecita.  ¿Qué se iba a imaginar? Lástima que se quedó. Todos acá en el barrio le decíamos que se fuera. Pero, ¿adónde iba a ir la pobre con los dos chicos?
Primero la golpeó y parece que se le fue la mano. Después la colgó del tirante de la pieza… Está muy marcada. El de siete presenció todo. Cuando entramos -ya habíamos oído los gritos, pero allí siempre peleaban ¿quién se iba a meter, vio?- la vimos a ella. Era una chica joven y linda. Él estaba colgado en el patio, en un roble viejo que había plantado el padre de su padre.

  “El sexagenario habría asesinado a su esposa y luego se quitó la vida, en presencia de un niño de siete años”, dijo el periodista rosarino en el noticioso del mediodía.




sábado, 21 de junio de 2014

A propósito de los "fondos buitres" y suseñoría el Juez Thomas Griesa

Se ríen


Con una boca grande se ríen de nosotros,
Son lobos,
Son hienas,
Amasan sus fortunas
Con  lágrimas, hay tantos
Pueblos rendidos por sus armas
(Las balas, el hambre, la sangre, la muerte
O la deshonra de las mujeres),
No conocen la misericordia,
Llevan sus ejércitos, sus bombas,
Invaden la tierra prometida, pero negada
(Porque a ellos no se la prometieron,
No les tocó más que la ambición
Desmedida), la tierra
Que no tienen  piedad
De arrancarle a sus dueños.
La historia de Occidente es esto:
La historia de la violencia y  el despojo,
Madres pariendo hijos de los usurpadores,
la muerte, el hambre de los niños, son
Hipócritas de rezo y bala,
De hoguera o de toga -sísuseñoría-
De Bancos-Wall Street- F.M.I., son serviles 
Cobardes empleados en cada rincón del globo.
La vida de los pobres es más pobre cuando
Los lobos los atacan.
No les importa a los facinerosos
El dolor de los otros,
La ambición está en su estirpe,
Sangre de asesinos, que todo lo hacen por el oro
(Ayer la tierra, el oro, las especias;
Hoy el petróleo, el agua, la especulación, el oro, el oro)
De los despojados, valerosos, resignados,
Cuidado, un día no muy lejano, se dará vuelta la taba.


viernes, 20 de junio de 2014

Poema del amor más grande



El amor más grande,
El más dulce,
El más doloroso y feliz,
El más batallador,
El triunfante, a pesar de las derrotas,
El que nunca descansa, a pesar del cansancio,
El que nunca se opaca,
El que nunca claudica,
El que teme,
Sufre, sueña,
El que reza y espera,
Y perdona siempre...
El que  tiembla de miedo en las noches oscuras e inciertas.
Hijo, el amor más grande
Es el que tengo para  ofrecerte cada día.

Seminario sobre La carta robada de Jacques Lacan

En el marco de la Licenciatura en Enseñanza de Lengua y Literatura (U.N.L.)  

La determinación del Sujeto por el Significante                                                                            



  “¿Por qué me mientes [... ] , sí, por qué me mientes diciéndome que vas a Cracovia para que yo crea que vas a Lemberg, cuando en realidad es a Cracovia adonde vas? (El seminario sobre La carta robada, p.14. Lacan, Jacques).

  

Parafraseando a Jacques Lacan leemos ( re-escribimos) en La carta robada de Edgar Allan Poe:
¿Por qué me mientes Reina ... para que yo crea que es una carta sin importancia, cuando en realidad puede ser la causa de tu perdición y mi ascenso político?, diría el Ministro.
 O bien, ¿por qué me mientes Ministro ... para que yo crea que es otra carta (otro sello, otro color, otra letra) cuando en realidad es la que yo busco?, suponemos que  diría Dupin.
 
  Lacan contradice, según el descubrimiento psicoanalítico, la armonía preestablecida por Ferdinand De Saussure entre  significado/ significante, el desencuentro del individuo con el mundo, consigo mismo y con el lenguaje. Así, en el ámbito del lenguaje Lacan establece la primacía del significante.
  La oposición consciente/ inconsciente instaura una disimetría fundamental entre lo sabido (la conciencia) y lo que se desconoce (lo inconsciente). Es en la literatura, en el lenguaje poético donde podemos apreciar esa desarmonía, además de reconocerla en el lapsus, el chiste, el sueño. Para Lacan  el significante tiene la primacía sobre el otro plano del signo, el significado,  es el significante el que puede revelar el/ los sentido/ s del texto, el que tiene preeminencia sobre el Sujeto.
  En La carta robada , la carta vuelta con la suscripción hacia arriba, a la vista del observador (Ministro, Rey, policía, Dupin) viene a ser el significante, no porque sea el cuerpo, el exterior, sino porque dice más de lo que cualquiera de los Sujetos pretenden que diga. “Esto les ayudará a no pensar en las verdades que es mejor dejar en la sombra, la cita nos remite también a la manifestación de la preeminencia del significante sobre el sujeto. Lo obvio, lo evidente a los ojos del otro es lo oculto, lo que desean ocultar.
  Primero el Ministro y luego Dupin descubren ese ocultamiento, el significado de la simulación. Lacan nos habla de “significancia” en términos de articulación entre significantes que producirán efectos de significado. Ambos reemplazan la carta por otra, se repite el ocultamiento, aunque sin éxito. La Reina es testigo del cambio que lleva a cabo el Ministro, pero calla para no ser descubierta , por temor al Rey; Dupin también descubre al Ministro y deja otra carta con un mensaje diferente. Difiere de la primera  por el contenido y porque tendrá otro sentido para el que la encuentre.
  El Ministro toma la carta real y deja otra ante los ojos azorados de la Reina, para hacerle saber que está en sus manos, que es él quien tiene el poder de hundirla ante el Rey si la traicionase, si usase la carta políticamente. Desconocido el texto de la carta (significado), se transforma el significante en sentido en sí mismo, en “significancia”, dado que es entonces cuando se produce la articulación entre el significante y los sujetos.
  Ya no interesa si hubo infidelidad o traición de la Reina. La carta, metáfora de lo otro, es lo que cobra valor para los Sujetos. Al final, se repite el procedimiento (un objeto estará en lugar de otro para cambiar, otra vez, de sentido), sin embargo, Dupin podrá “ver” la carta oculta (a la vista de todos),  ya que, como en el juego de pares y nones, es capaz de descubrir el lado oculto de  su contrincante.
  En cambio, el Rey y la policía no ven. El texto nos dice: “Los buscadores tienen una noción de lo real tan inmutable que su búsqueda llega a transformarlo en su objeto... su imbecilidad (ceguera) no es de origen individual o corporativa es de origen subjetivo”, es decir, pueden ver en un solo sentido.
  Leemos: “...es la carta y su desviación la que rige sus entradas y sus papeles... Al pasar bajo su sombra se convierten (los Sujetos) en su reflejo. Al caer en posesión de la carta ... es su sentido el que los posee”.  Ambivalencia, multiplicidad de sentidos, una carta (significante) y tres personajes (Sujetos) que lejos de poseerla son poseídos por ella. La vida, el honor y la fortuna de los tres dependen, en mayor o en menor grado, del significante.
  Para la Reina la carta es amor o traición, complot, la posibilidad de perder la dignidad real. Para el Ministro es ambición, poder, primero el triunfo, después derrota y burla. Para Dupin es lucimiento, dinero, triunfo y venganza al final. Para los “ciegos” (Rey, policía), nada más que una carta, sentido unívoco, dada la “imbecilidad” manifiesta ante el significante. Padece la Reina cuando pierde su carta, ante la posibilidad de ser descubierta. Padecerá el ladrón, después de creerse triunfante. Sin embargo, Dupin, quien no tiene motivos para sufrir, es también en algún sentido, instrumento de la carta. Es él quien la descubre, la recupera y puede hacer que la carta llegue a destino. La carta diferida será restituida.
  La carta, finalmente, sufrirá las variaciones de sentido que corresponden a la articulación del significante con los Sujetos: será carta real, símbolo de un pacto, complot, traición;  poder, ambición, extorsión; burla, venganza, restitución, retorno. La carta robada (diferida) puede ser para el lector, como para Lacan, el recorrido del significante, el desencuentro del individuo con el mundo, consigo mismo y con el lenguaje.

 





La carta robada (The Purloined Letter) es uncuento del escritor estadounidense Edgar Allan Poe publicado por primera vez en diciembre de 1844 en The Gift. Más tarde se reprodujo en numerosos periódicos y revistas.
Es la última de las tres historias protagonizadas por el detective Auguste Dupin.



miércoles, 18 de junio de 2014

Así

El beso, de Gustave Klimt





Así es, como la lluvia que cae
Suave y tenue, sin golpear los cristales
De la ventana, con tiernos martilleos sobre los techos
Y los aleros;
Como la brisa leve de los campos que mece
Las espigas nuevas y sacude apenas los rastrojos,
Casi como la miel de abejas pura y transparente,
Acaso sea néctar de flores nacidas al final del verano,
O son los héroes
Sobrevivientes de todas las tragedias,
Tal vez sea música o fuego o danzas o rituales,
Quizá sea algo más y también algo menos, a veces,
Pero es amor
Puro amor.         

lunes, 16 de junio de 2014

Alejo Carpentier. Sobre "Los pasos perdidos" del escritor Alejo Carpentier

"A pesar del más de medio siglo que nos separa de la primera publicación de esta novela y a pesar de todos los muchos avances tecnológicos con los que ahora contamos y que este protagonista desconoció, Los Pasos Perdidos nos habla tan directamente hoy en día, como de seguro lo hizo a sus contemporáneos. Porque, con un estilo de gran trabajo artístico, con un manejo del lenguaje que pone a prueba los mejores diccionarios y con descripciones barrocas y verdaderamente enjoyadas, capaces de hacernos percibir aromas o sentir la textura de los elementos, esta novela expone un sentido humano que aún compartimos todos: el deseo de encontrar una tierra prometida que nos hable en nuestro mismo idioma y que nos proporcione un tipo de vida pleno y no mediocre, sin ataduras rutinarias y en una mejor comprensión de la naturaleza que nos rodea."
http://sub-urbano.com/los-pasos-perdidos-alejo-carpentier/

Alejo Carpentier y Valmont (La Habana, Cuba, 26 de diciembre de 1904 - París, 25 de abril de 1980). Escritor cubano.
http://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/creadores/argel_alejo_carpentier.htm

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El poema



Por fin, la plenitud.
De tanto y tanto buscar:
El hallazgo, la paz, el sosiego.
La tristeza es pasado
Pisado,
Repasado,
Expulsado.


Sale al encuentro el poema,
Ríe, otra vez como antes,
Cuando lo vi nacer.
Renace del dolor,
Del desgarro y la verdad.
Ya no tiembla de miedo.
No busca lo genial.
Sabe que sólo puede existir
Si se atreve a ser,
Si dice la verdad.
Muere si pregona lo fútil,
Si entona melodías absurdas,
Muere de hastío, de asco.

La vida del poema es incierta pero puja.
Quiere nacer.
Voy a parirlo sin temores.











Un desgarro



Un desgarro, el poema.
Jirones de nostalgia.
Alambres, tejidos,
Mallas, masa muscular,
Neuronas,
Vísceras.
Un dolor inacabable, renovado,
Caprichoso, permanente,
Retorcido,
Estornudado,
Envejecido,
Despiadado.
Repudiado.




sábado, 14 de junio de 2014

Tu ausencia

A mi madre

Nada fue igual desde tu ausencia,
Nada. Ni el aroma de las rosas,
El sol que entra por la ventana en los otoños,
No respiré igual, no  han bailado los enamorados,
No cantó más el  ave solo en la rama.
Nada tiene el sabor de los panes que tostabas,
Ni los dulces que paciente cocinabas.
Tu mirada está en la cerradura,
Que permanece desolada,
La casa tiene algo de todo lo que hemos vivido
En las paredes, estás allí,                     
En la alfombra vieja, en el jarrón que se rompió
Después de tener tanto vacío.
Aún no te has ido, quedó el amor
Incondicional de madre, no te irás jamás
De esta vida mía.


domingo, 8 de junio de 2014

Espíritus



   Para la mayoría  de las personas el tema de la muerte es tabú. Pocas, excepto los niños y los que disfrutan de las historias “de miedo” hablan de ello. Como si ignorándolo, dejara de existir la muerte y el irremediable fin de todo lo vivo. Otros piensan demasiado en ella y cada cosa que les sucede la interpretan como mal augurio, evitan gatos negros, escaleras, lechuzas, martes 13 para alejar a la innombrable.
   Aquellos que conocen acerca del mundo astral dejan de lado falsas creencias y se sienten confiados, dueños de su destino. Aseguran que existen planos astrales o espirituales. Son planos superpuestos, según ellos, que tienen leyes iguales a las del mundo físico o material y esto podría facilitarles entrar, transitar o residir en ellos. Y volver a su casa en este plano, claro.
Gustav klimt
   No quiero ser irrespetuosa, pero nunca creí en nada de lo paranormal, sin embargo la duda comenzó a inquietarme al conocer algunas historias de boca de las mismas protagonistas, dos niñas. 
   Las niñas de las que hablaré fueron víctimas inocentes de las creencias y de los viajes astrales de una madre muy extraña y de una abuela bastante singular diría, por no emplear algún adjetivo que hiera los sentimientos de los creyentes del esoterismo.
   Una mañana, Mary y Andy, las niñas de mi historia, entraron a la cocina de la casa familiar, casa antigua y amplia, de galerías y patios sucesivos, con grandes ventanales que dan a los patios y jardines, herencia de fortunas familiares dilapidadas por tres generaciones de hacendados venidos a menos, había en la cocina, como venía diciendo,  otra niña  parada frente a la mesa, con cabellos largos y trenzados y un vestido un poco pasado de moda. No las miraba, estaba  muda, pálida. Se estarán dando cuenta de que se trataba del espíritu de una bella criatura perdida entre planos, una muertita que no  podía hallar el camino definitivo. La madre les explicó que se trataba de una pequeña que buscaba cómo llegar a su lugar y despidió a las niñas corpóreas que debían ir al colegio y se quedó con la otra, que nunca supieron cómo se marchó de la cocina y de la casa. Aunque pasaron varias noches desveladas esperando verla para preguntarle cómo se llamaba, jamás regresó.
   Otra vez, el sillón del abuelo que había muerto quince días antes, se mecía, tal como lo había mecido él mismo en vida. Sabían que no podía ser, pero se movía pausadamente, como antes. Fue un tiempo breve no más, porque se fue después de un mes. Tal vez no haya podido abandonar sus cosas o no sabría que estaba muerto. La abuela, además, tenía largas conversaciones con el difunto esposo que se le aparecía a los pies de la cama.
    Viajar a la India, caminar por sus calles y regresar para preparar el desayuno a las hijas y mandarlas a la escuela, no era nada extraño en la vida de ellas y de la joven madre.
   A esta altura del relato, se preguntarán de qué va la historia, a continuación lo referiré.
   Andy me conocía desde hacía muchos años, también sabía de mi escepticismo, pero confió en mí porque no podía contarle esto a otros sin que la creyeran loca.
   Después de terminar la escuela primaria, sus padres se habían separado, nunca más vieron al padre, suponían que se había ido a buscar trabajo a otro pueblo. Era una época en que no había cómo buscar a las personas sin recurrir a la policía y eso sólo si existía algún delito o la desaparición, pero no era el caso. Sin teléfonos ni direcciones, podrían haber vivido a cincuenta kilómetros sin verse jamás. Por eso Andy convivió con su hermana y la madre hasta que se fue a estudiar a Rosario.
    Los primeros tiempos, les contaron que vivía en San José y que trabajaba en una metalúrgica. Alguien dijo también que había comprado un comercio y se había mudado a La Plata. Pero después lo desmintieron. Más de una vez buscaron en guías telefónicas y llamaron para ver si lo encontraban, sin éxito.
   La madre trabajaba limpiando casas, cocinando comida para los internados del hogar, vendía cosméticos o cobraba los recibos del club. Ellas se criaron en un mundo femenino, entre tías, la abuela materna, primas y las amigas de la madre. Una vida normal, pero sin el padre. Normal es una manera de decir, porque la abuela era de esas mujeres que curan enfermos o sanan con rezar unas oraciones al Santísimo; pero no cobraba, por eso la policía no le decía nada, incluso alguna vez curó al hijo del comisario, un niño de tres meses que había contraído una enfermedad muy poco frecuente. Las personas del pueblo y de los pueblos vecinos iban en busca de la sanación. Así era la vida en la casa de mis amigas, con rezos, enfermos desahuciados, curas milagrosas, bálsamos sanadores, espíritus que deambulaban.
   Los viajes astrales de Amalia, la madre de las niñas, encontrar  espíritus en la cocina o en la galería de la casa se volvieron tan frecuentes,  que las chicas dejaron de hacer caso. Tampoco les llamaban la atención los visitantes diarios que esperaban el milagro de recuperar la salud o el amor.
   El día en que volví a ver a Andy, supe que algo serio había sucedido. Han encontrado al padre, me dije. Lo intuí al verla, estaba rara, como ajena, ausente. Su voz me llevó al pasado, como cuando en secreto me contaba de aparecidos y espíritus vagabundos. Alguna vez fui a dormir a la casona, pero no vi a ninguno, juro que no pegué un ojo, pero no apareció ni uno solo. Tal vez era mi incredulidad  lo que los espantaba. Aunque de niña tenía cierto margen de duda, así que podrían haber estado a mi lado y no verlos, quizás me haya dormido, pensaba.
   Andy me encontró en el colegio, yo salía y ella cruzó la plaza para saludarme. Me alegré por el encuentro y quedamos en volver a vernos. Esa misma tarde volví a ir a la casona. Ya no quedaban los frutales, ni las rosas. Algunos pájaros anidaban en los árboles del fondo y cantaban hasta ensordecernos. Me llevó al patio, debajo del roble había tierra removida y un ramo de  flores frescas, no entendía por qué en lugar de preparar café o unos mates, estábamos debajo del árbol. Aquí está, me dijo. No se había ido a San José ni a La Plata, la voz había cambiado, se la oía seca, sin emoción. Ella estaba igual, tal como la recordaba, delgada, hermosa y triste. Siempre sus ojos delataban la pena del alma. Andy desde la pérdida del padre no volvió a ser feliz. En ese momento recordé todo lo que comentaban en casa, de golpe volví al pasado.
   Adolfo se había casado siendo muy joven con Amalia, tuvieron a Andy y a Mary y parecían felices viviendo con  los padres de ella. Pero a la muerte del suegro, tuvo que mantener solo a la familia. Todo estuvo bien hasta que Amalia comenzó a cambiar,  empezaron a aparecer los muertos caminando por la casa y los jardines o sentados en los sillones de la galería. Él no hacía caso o no le contaban para no disgustarlo. Las niñas se acostumbraron pronto a esos fenómenos con la naturalidad con que los niños aceptan lo que les toca vivir. Cuando se enfermó no fue al médico, eso lo recuerdo bien porque lo hablaban mi madre y mis tías, que los remedios de Doña Santina, la suegra, no lo iban a curar decían.
   Una noche de mucha lluvia, Adolfo desapareció de la casa y del pueblo. Volvimos a la escuela después de las vacaciones de invierno, las calles de barro estaban imposibles de transitar. Ese día Andy me dijo que las había abandonado. Y no hablamos más del tema hasta que terminaron las clases. Hizo unas pocas referencias y nunca más lo hablamos. Durante el verano casi no nos vimos, ellas habían dejado de ir al club.
   Ahora estábamos allí paradas, debajo del frondoso roble, escuchando los chillidos de las calandrias que temían por sus pichones. Acá está, dijo. Debajo del árbol, por eso aparece todos los días, no se quiere ir  de la casa. Hablamos siempre que vengo a visitarlo, me espera parado ahí donde estás vos ahora,  me pregunta y le cuento cómo me va, qué hago, mis proyectos. Mamá sigue con él, nunca se dejaron de ver, siempre se quisieron mucho, viste, por eso lo enterraron en el patio para estar con él y no dejarlo ir. Él me aconsejó que estudiara, que mamá vendiera los terrenos y se quedara con menos lotes, para qué tanto patio, había que  limpiar y quitar la maleza y ahora estaba sola, era una manzana entera lo que teníamos; sólo el roble hay que cuidar que no se seque, que no lo talen, este lote no se vende, como te darás cuenta.
   Después de contarle un poco de mi vida y de mi trabajo, nada interesantes, me fui cavilando. Vivir sola no es fácil,  yo no tengo ni vivos ni muertos que me hagan compañía.
                




sábado, 7 de junio de 2014

Silencio

Se acallan los ruidos,   
Son voces de penas disminuidas
Por el olvido (que no es otra cosa  que desear olvidar).
Cae  la dicha en alguna parte
Pero es esquiva siempre, indiferente;
Acepto la aridez con la resignación
De un desierto, con la misma rabia
De la tierra que espera la lluvia,
Las semillas de trigo, el pan,
Con la tristeza de los desolados,
De los despojados, de los perseguidos,
De los pobres que no tienen un lugar por la mezquina
Máquina de los poderosos.
Oscurecen los cielos, de nuevo saldrá el sol,
Nada curará  las heridas. Cicatrices feroces.
Otro día, alguien deslizará rayos de verbos incoherentes,
Una conjugación errática que hiere;
Nadie corregirá las palabras intoxicadas,
Que por eso mismo duelen más.
Con el tiempo se achica el dolor, se apoca hasta ser imperceptible
Aunque no cesa.