jueves, 20 de marzo de 2014

Lo intangible de la historia agita el aliento

Lo intangible de la historia agita el aliento
Y la vida ínfima convive despreocupada
Con rocas  cercenadas hace siglos, marcadas
Por rezos estremecidos.
Gestos y palabras horadan  
Lo íntimo de la divinidad,
Flores enarboladas por  amor al sol.
El agua del Vilcanota abajo
Viene andando  en el tiempo
Carga la herencia del pueblo andino,
Elevados amautas y aguerridos hombres
Vienen cantando en el río.
Espectros en movimiento lamen los pedruscos  
Avaros de lunas y de soles,
Y  un caracol, allí
Adherido a un nicho dentro del templo inca.
Es la vida, digo,
Minúscula partícula  entre  despojos
De lo bello y sagrado.
La roca labrada guarda  memoria
De ritos funerarios y de ofrendas devotas,
Del poder, la fuerza, el agua,
La tierra, el oro, lo divino. 
El río también.
Una amalgama arcaica
A salvo de la avaricia,
Oculta quinientos años por la selva.
Y abandonado, en el espacio
Donde se han dejado  en los solsticios
Las ofrendas,
Sólo él.             
Caracol olvidado. Vivo.  
A salvo.


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