jueves, 9 de febrero de 2017

EL GRITO DE ALCORTA. La historia regional




Para el ciclo: “Voces de un mismo grito” organizado por el Museo Comunal de Alcorta en 2015

Adriana Tuffo
EL GRITO DE ALCORTA


El Grito de Alcorta en la Escuela. La historia que se ha estudiado en la Escuela en la provincia de Santa Fe, antes de la Reforma Curricular realizada en el año 1987 estaba alejada de nuestros saberes cotidianos, era la historia de las Civilizaciones, una historia dividida en Edades, con héroes tan grandes como los reyes que dominaban vastos Imperios, guerreros invencibles en Europa o en las exóticas tierras de Asia.
 Los héroes de mármol, batallas, Imperios. Conceptos que se paseaban por las aulas y eran lejanos, en tiempo, en espacio y en los intereses de los niños y jóvenes. La Reforma propuso acercar a los estudiantes a la historia próxima, la localidad, la región, la Provincia, y la Nación, eso en relación a la realidad de Latinoamérica. Una visión nueva que reveló a los inmigrantes que llegaron a Alcorta,  sus aportes culturales, sus modos de vida, el trabajo, y la relación de esta región con el país y el mundo en el S XIX al ritmo del capitalismo industrial. 
 Con otra mirada, la Escuela Nueva visibilizó a los protagonistas que adquirieron una dimensión humana que antes no habían tenido. La historia que venimos a contar comenzó en la Escuela.

Apropiarse de la historia. Apropiarse es acercarse a la historia con mirada curiosa, es tender puentes entre el pasado y el presente, que nuestras historias individuales confluyan en una más grande (la historia de la comunidad, la nacional y la mundial).
El relato de cómo se fue construyendo la historia sobre el Grito de Alcorta en la Escuela y en la comunidad es, a muestro entender, una historia de descubrimiento. De a poco, se fueron cayendo los velos que cubrían los hechos desarrollados dentro de un proceso mayor, el de los problemas y las respuestas que el modelo económico generó en el sector productor de máiz, las características del modelo agro-exportador, dependiente del capitalismo mundial, y sus consecuencias.
Al principio, pocos los libros que recogían los primeros años del S XX en la región y en Santa Fe: Leoncio Gianello con La Historia de Santa Fe, Santa Fe El Paisaje y los Hombres publicado por la Biblioteca C. C. Vigil, la obra El Grito de Alcorta Historia de la Rebelión Campesina de 1912 de Plácido Grela (1958), en distintas ediciones. Este libro se fue desgajando, sintetizando, apuntando aquí y allá, en sucesivas obras de escritores de la localidad, quienes reconstruyeron la historia de las instituciones de Alcorta y del origen y desarrollo de la gesta agraria. La bibliografía para los docentes, tan necesaria, y el material para desarrollar en las aulas fueron un verdadero problema; no había textos escolares, manuales, ni escritores o historiadores que tuvieran la llegada masiva que han tenido durante décadas los libros de historia para la escuela, las bibliotecas tenían escaso material sobre el tema, ni contábamos con las ventajas tecnológicas que tenemos hoy. Dar clases de historia fue complicado en una Escuela que se proponía ser nueva.
Para ser justos, algunos pocos se dedicaron a investigar las historias locales y regionales de Santa Fe, periodistas, historiadores, docentes, o personas que, sin ser historiadores de profesión, han tenido aprecio por lo local y dejaron constancia de ello en publicaciones que son textos de historia, en general, sobre el origen de las instituciones y su evolución; todas las publicaciones de los escritores de Alcorta hablan de la huelga agraria de 1912, de las causas, de sus protagonistas; sin embargo, también hubo silencio en otros sectores. Estas obras fueron un apoyo importante dentro de las aulas, porque muchos pobladores, descendientes o no de los que llevaron adelante la huelga, no conocían los hechos o sabían muy poco de ellos.
Después del silencio de tantas voces, siguió el descubrimiento, y decimos descubrimiento porque se arrojó luz sobre lo que estaba cubierto por la pátina del miedo o callado por los intereses de sectores afines al poder, después de la persecución, la cárcel e incluso de la muerte que sufrieron algunos de los protagonistas (A veces el menosprecio invisibiliza). Menospreciar o callar los hechos de 1912, la huelga que movilizó a miles de agricultores, surgida a un tiempo en distintas colonias y pueblos del sur Santa Fe y de las provincias vecinas (Córdoba, Entre Ríos y Buenos Aires), tuvo como objetivo ocultar uno de los movimientos sociales de principios del S XX que puso en tela de juicio y atacó las prácticas económicas del Régimen Oligárquico. A la lectura histórica “apolítica” -dentro de la educación primaria y secundaria-  le siguió hablar de estos temas: acumulación de riqueza y pobreza, una sociedad cambiante y en crisis, la huelga y los derechos negados.
Cuando hacía décadas que no se hablaba del movimiento social que encabezaron los agricultores y al que se sumaron otros actores sociales como comerciantes, periodistas, curas, descubrimos el Grito de Alcorta. Desempolvamos libros viejos para releer los acontecimientos (que es lo mismo que reescribir). La tarea emprendida permitió resignificar la historia local, releer o escuchar los relatos y volver a interpretar la historia local y regional que ya se había escrito. Así empezamos.

La identidad. Nuestros abuelos fueron inmigrantes o criollos nacidos en estas tierras hijos o nietos de españoles y de mujeres indias. Ante todos estos temas que irrumpían en las aulas, algunos pocos se animaron a decir que ellos eran descendientes de los pueblos originarios. Estábamos empezando a completarnos. 
Fuimos al rescate de la memoria familiar, también navegamos imaginariamente el océano para volver a la tierra de los inmigrantes, a Europa. Las aulas se llenaron de personajes coloridos, de lenguas diversas, culturas que se habían ido amalgamando para formar una trama nueva: Nuestra comunidad.
Nuestra región, porque aquí no hablaremos del país, es el resultado de la mezcla de razas, de la heterogeneidad de ideas, de la amalgama de culturas. Los inmigrantes españoles, italianos, eslavos establecidos en estos pagos y los criollos poseían lenguas o dialectos diferentes, y allá por el año 1912 todos levantaron la voz con el mismo grito: Paz, trabajo, dignidad. En la Escuela estábamos recuperando esas voces a través de la lectura, el diálogo reflexivo, el trabajo colaborativo.
La construcción colectiva lleva tiempo. El estudio de la misma nos obliga a volver la mirada una y otra vez sobre el pasado, los hombres y mujeres protagonistas, para releer la historia, para aportarle aires nuevos y enriquecerla. Vivimos en un tiempo histórico y hacemos la historia a la vez, sólo que la mayor parte del tiempo no somos conscientes de eso.

Construir una historia colectiva. La historia nos pertenece a todos, aunque sean unos pocos los que tienen el saber académico y menos aún los que aparecen como protagonistas en los libros de textos. Los historiadores, los profesores, los escritores, las instituciones educativas, las Universidades, las Academias, hacen la historia “grande”, eso es lo que los otros, los que se quedan fuera de esos saberes, piensan. Sin embargo, desde la recuperación de la democracia y hacia finales de la década del 80, nosotros en Alcorta -como se hizo en otros pueblos y ciudades- iniciamos una tarea de construcción colectiva de la historia. 
Se inició en las aulas, la continuamos en las calles, plazas, teatros, todos juntos, a través de este tiempo. También desde las instituciones: la Comuna, la Iglesia, las Escuelas, el Museo, los Clubes, las instituciones en general participaron de la tarea; es decir, somos protagonistas de la historia y entre todos reescribimos la historia de nuestra localidad y la huelga agraria llamada el "Grito de Alcorta".

Actuar la historia. En la Escuela los niños y jóvenes indagaron el pasado con fuentes directas, en cartas, fotografías, diarios, revistas de la época de la huelga y posteriores; entrevistaron a diferentes actores: los agricultores de hoy que aportaron saberes heredados de padres y abuelos, refirieron anécdotas, que acopiaban aún herramientas antiguas y tenían memoria de técnicas de trabajo caídas en desuso; los abuelos de los chicos u otros pobladores fueron invitados a la escuela, en rondas de mates y charlas, nos contaron, en las aulas, cómo era la vida cotidiana cuando ellos eran niños, qué sabían del Grito de Alcorta por los relatos familiares, qué no se había contado de aquella época y de la huelga agraria. 
Para nuestra sorpresa, la mayoría no tenía noticias del movimiento agrario de 1912, o contaban con muy poca información. La entrevista nos acercó a la historia oral que los alumnos pudieron recuperar, permitió tener distintas versiones del proceso. Reconstruir el pasado es siempre complejo, se tiene una aproximación de los hechos y no hay una verdad revelada.
En actos escolares, en las salas colmadas por un público agradecido vimos a Francisco Bulzani, a los hermanos Netri, a Capdevila escuchamos sus voces, sus discursos acalorados, María Robotti arrojaba el delantal para declarar la huelga en la chacra que arrendaban y todos hablaban de la huelga. 
Ya sabíamos de sus penurias, conocíamos sus sacrificios, era nuestra también la nostalgia por la tierra lejana. Fuimos ellos, los representamos, los miramos de cerca, los empezamos a comprender y escuchando sus voces, en la Escuela, en las plazas, sobre los escenarios, comprendimos la historia. Hace treinta años que iniciamos esta tarea que ya ha dado frutos.

La historia social. Ser actores de la historia hoy ya no es un concepto nuevo. Se inició en el S XX con la revista de los Annales (Lucien Lebvre y Marc Bloch, 1929) en Francia, y convocó a un amplio número de historiadores después de 1950; la historia había pasado a ser “social por naturaleza”, dado que todas las personas, aún las desconocidas, llevan a cabo acciones cotidianas, todo testimonio del pasado puede servir al historiador. Con la democracia recuperada en 1983 y el cambio curricular, en las aulas nos dedicamos a mirar de cerca a los protagonistas de la historia, se dejaron de lado a los héroes de mármol; sin hazañas de reyes que rememorar, ni cosmogonías míticas que contar, reconstruimos la historia local hecha por hombres y mujeres luchadores, por el trabajo de muchos anónimos, las luchas políticas de socialistas y anarquistas venidos de Europa, y las organizaciones sociales que los agruparon; construimos un relato que se engarzaría en la historia regional y nacional.
Desde la nueva propuesta había que dar un sentido diferente a la historia local, resignificar los textos escasos que nos hablaban de las instituciones, narraciones de la historia fáctica, algunos alejados del análisis político. La tarea entonces fue que los estudiantes comprendieran que lo que se producía en Alcorta y en toda la zona pampeana era la base del modelo agro-exportador, reflexionar sobre las causas y la trascendencia de una huelga agraria que podía sacudir las bases del modelo económico en que se sostenía la oligarquía enquistada en el poder de la Nación desde 1880. 
Nos acercamos a la vida de los pobladores de principios del siglo pasado, a la explotación a la que fueron sometidos los arrendatarios, a la falta de derechos que hoy consideramos fundamentales como el trabajo digno, la salud, la educación, la vivienda digna. Los agricultores se movilizaron empujados por sus necesidades y sus ideas, caminaron chacra por chacra para conseguir adhesiones y levantarse, declarar la primera huelga agraria en la asamblea en la Sociedad Italiana el 25 de junio de 1912. 
Hablar del Grito de Alcorta es hablar de todo aquello. Parar la cosecha o no sembrar significaban atentar contra el modelo en vigencia, porque la economía capitalista mundial se proveía de materias primas de los países como la Argentina, productores de lo que los mercados demandaban, sin desarrollo industrial, importadores de manufacturas y de capitales.
El rescate del pasado construye nuestra memoria colectiva y la comprensión de los procesos políticos, sociales, económicos y culturales nos llevan a apropiarnos de nuestra historia y construir, a la vez, la propia identidad.


Resignificar el trabajo, las luchas sociales. En la Escuela, para hablar de Alcorta, hablamos del mundo después de la Revolución Industrial, del trabajo en el sistema capitalista y de las consecuencias del capitalismo industrial, de las luchas sociales, de los movimientos obreros, de los partidos políticos, de sindicatos y cooperativas que defendieron los derechos de los trabajadores.
Esos hombres estaban tan lejos de sus tierras y tan cerca nuestro, a pesar del tiempo transcurrido. Por los documentos, los relatos orales y los escritos sabemos que muchos de los inmigrantes que se instalaron en esta región habían sido militantes políticos socialistas, anarquistas, o habían participado en organizaciones sociales, sus ideas dieron sustento al movimiento agrario de 1912. 
Los alumnos, en mayor o menor grado, fueron tomando contacto con esos conceptos. Las ideas políticas o movimientos sociales europeos empujaron a los hombres de aquel momento a actuar en Alcorta y en toda la región pampeana frente a los contratos de alquileres injustos, a la pobreza de los campesinos que vivían en campos ricos y fértiles. Comprender un contrato de arrendamiento o alquiler puede ser complicado, el docente de Historia puede seleccionarlo o no como fuente en una de sus clases, pero en las fotografías sí leemos la miseria, sí comprendemos la soledad y la falta de protección de aquellas familias instaladas en las chacras que arrendaban, las imágenes ponen de manifiesto el trabajo duro que debían enfrentar y la pobreza. Socialistas y anarquistas, algunos hombres de la Iglesia, como los sacerdotes Netri, o comerciantes como don Ángel Bujarrabal los alentaron a enfrentar el abuso de los poderosos.






Cabe aclarar que con las sucesivas reformas educativas iniciadas con la Ley Federal de Educación de 1994, los contenidos curriculares se han modificado y en la Escuela secundaria no se desarrollan los contenidos de los que hemos estado hablando, a menos que el profesor lo decida, cuando, por ejemplo, el tema de estudio es el modelo agro-exportador en la Argentina o cuando se tratan las luchas sociales del S XX.

Los discursos sociales
En la Escuela primaria y secundaria se han empleado textos para la enseñanza de la historia que desde los distintos sectores sociales nos aproximan a la historia local. En este tiempo de construcción histórica dentro y fuera del ámbito escolar circularon diversos discursos sociales (Según el concepto de M. Bajtin, En Estética de la creación verbal).
El discurso académico se utiliza en diversas disciplinas para designar el conjunto de discursos orales y escritos producidos en ámbitos relacionados con la enseñanza (con una finalidad, generalmente, didáctica) y en la relación que se establece entre los participantes: de experto a experto o de más a menos experto. Se trata de discursos segundos, en el sentido que son el resultado de la elaboración y la transformación de otros discursos producidos anteriormente. Discurso didáctico que tiene como objeto poner en contacto a los estudiantes con los hechos y los procesos históricos, que los introduce en la lectura de documentos, los ubica en el tiempo y en el espacio histórico y los acerca a las fuentes que emplean los investigadores, entre otros objetivos.
Los manuales de historia empleados en la Escuela son fuentes secundarias, basados en la investigación de otros historiadores. La historiografía tradicional intentaba ser “objetiva”, afirmaba su verdad histórica como universal y, por lo tanto, “apolítica”; era una manifestación de los sectores de poder, del imperialismo y de la oligarquía. La historia como disciplina le abrió las puertas a América Latina, a la Región, a la Localidad, se conectaron los contenidos con el espacio, el medioambiente; se visibilizaron los sectores oprimidos, las luchas sociales de los trabajadores, entre ellos, los inmigrantes agricultores que habían poblado el sur de la provincia, se dedicaron a cultivar la tierra y a forjar estos pueblos y colonias.
Los relatos orales, las cartas, los contratos, las actas, son testimonios de una época, textos individuales, familiares o institucionales y fuentes de información, documentos aportados por los alumnos y por las instituciones de la localidad.
El discurso periodístico de la época de la huelga y los escritos con posterioridad, hasta hoy. Crónicas, ensayos, artículos de opinión.
Las expresiones literarias: poesía, canción, novela, teatro, representaciones literarias de las luchas agrarias, de la vida de los inmigrantes, de los conflictos sociales.
El discurso político de principios de siglo, el de los líderes del movimiento agrario, el discurso político de dirigentes políticos y sociales, de socialistas, anarquistas, y de los hablantes actuales.
El discurso de la historia de los partidos políticos, el Partido Socialista, y de las organizaciones gremiales, el de Federación Agraria Argentina, que tomaron la huelga de 1912 como punto de partida o como una de las luchas trascendentales de los trabajadores de principios del siglo pasado.

Las fuentes no escritas y otros testimonios de la época como fotografías, herramientas, utensilios, vestimenta, entre otros, son material para ser explicado en las aulas y permiten poner en palabras la vida cotidiana a partir de los objetos.

Valoración del pasado reciente. Valorar el pasado reciente es parte de esta historia, porque a la comprensión y a la apropiación le sigue la valoración, darse cuenta del valor que tuvieron los que protagonizaron la huelga agraria, tomar conciencia sobre la lucha que llevaron adelante aquellos hombres y mujeres que hicieron una lectura correcta de la realidad y quisieron modificarla. Ellos comprendieron que podían dejar de ser sujetos pasivos, explotados por los que poseían las tierras, cómplices de un gobierno al que no le importaba el desarrollo de las regiones productoras de alimentos, sino el de una capital afrancesada, que le daba la espalda al “Interior”.
Trabajamos en la Escuela para hacernos cargo de que los episodios de la historia no pueden comprenderse sin entroncarlos en lentos y, a veces, oscuros procesos que se refieren a la vida de la sociedades, a su organización económica y a su creación cultural. También es cierto que con nuestro trabajo en las aulas se pudo caer en el simplismo escolar, pero no habrá sido simplismo deformante sino una forma elemental de los planteos que hoy hacen posible la comprensión de la ciencia histórica.
La memoria no es retroceso, por eso seguimos hablando de historia, de nuestra historia. La Escuela ha vehiculizado un abordaje nuevo y colectivo del proceso que culminó en la huelga y en los hechos posteriores. Y nos sentimos orgullosos del pasado y de ser parte y protagonistas de la construcción de la memoria.