Para el ciclo:
“Voces de un mismo grito” organizado por el Museo Comunal de Alcorta en 2015
Adriana Tuffo
EL GRITO
DE ALCORTA
El Grito
de Alcorta en la Escuela. La historia que se ha estudiado en la Escuela en la provincia de Santa Fe, antes de la
Reforma Curricular realizada en el año 1987 estaba alejada de nuestros saberes
cotidianos, era la historia de las Civilizaciones, una historia
dividida en Edades, con héroes tan grandes como los reyes
que dominaban vastos Imperios, guerreros invencibles en Europa o en las
exóticas tierras de Asia.
Los héroes de mármol, batallas, Imperios. Conceptos que se paseaban por las aulas y eran lejanos, en
tiempo, en espacio y en los intereses de los niños y jóvenes. La
Reforma propuso acercar a los estudiantes a la historia
próxima, la localidad, la región, la Provincia, y la Nación, eso en
relación a la realidad de Latinoamérica. Una visión nueva que reveló a los
inmigrantes que llegaron a Alcorta, sus aportes culturales, sus
modos de vida, el trabajo, y la relación de esta región con el país
y el mundo en el S XIX al ritmo del capitalismo
industrial.
Con otra mirada, la Escuela Nueva visibilizó a los protagonistas que adquirieron una dimensión humana que antes no
habían tenido. La historia que venimos a contar comenzó en la
Escuela.
Apropiarse
de la historia. Apropiarse es acercarse a la
historia con mirada curiosa, es tender puentes entre el pasado y el
presente, que nuestras historias individuales
confluyan en una más grande (la historia de la
comunidad, la nacional y la mundial).
El relato de
cómo se fue construyendo la historia sobre el Grito de Alcorta en
la Escuela y en la comunidad es, a muestro entender, una historia de
descubrimiento. De a poco, se fueron cayendo los velos que cubrían
los hechos desarrollados dentro de un proceso mayor, el
de los problemas y las respuestas que el modelo económico generó en
el sector productor de máiz, las características del
modelo agro-exportador, dependiente del capitalismo mundial, y sus
consecuencias.
Al
principio, pocos los libros que recogían los primeros años del
S XX en la región y en Santa Fe: Leoncio Gianello con La Historia de
Santa Fe, Santa Fe El Paisaje y los Hombres publicado por la
Biblioteca C. C. Vigil, la obra El Grito de Alcorta Historia de la
Rebelión Campesina de 1912 de Plácido Grela (1958), en distintas
ediciones. Este libro se fue desgajando, sintetizando, apuntando
aquí y allá, en sucesivas obras de escritores de la localidad,
quienes reconstruyeron la historia de las instituciones de Alcorta y
del origen y desarrollo de la gesta agraria. La bibliografía para
los docentes, tan necesaria, y el material para desarrollar en las
aulas fueron un verdadero problema; no había textos escolares,
manuales, ni escritores o historiadores que tuvieran la llegada
masiva que han tenido durante décadas los libros de historia para la
escuela, las bibliotecas tenían escaso material sobre el tema, ni
contábamos con las ventajas tecnológicas que tenemos hoy. Dar
clases de historia fue complicado en una Escuela que se proponía ser
nueva.
Para ser
justos, algunos pocos se dedicaron a investigar las historias
locales y regionales de Santa Fe, periodistas, historiadores,
docentes, o personas que, sin ser historiadores de profesión, han
tenido aprecio por lo local y dejaron constancia de ello en
publicaciones que son textos de historia, en general, sobre el origen
de las instituciones y su evolución; todas las publicaciones de
los escritores de Alcorta hablan de la huelga agraria de 1912, de las
causas, de sus protagonistas; sin embargo, también hubo silencio en
otros sectores. Estas obras fueron un apoyo importante dentro de las
aulas, porque muchos pobladores, descendientes o no de los que
llevaron adelante la huelga, no conocían los hechos o sabían muy
poco de ellos.
Después del
silencio de tantas voces, siguió el descubrimiento, y decimos
descubrimiento porque se arrojó luz sobre lo que estaba cubierto
por la pátina del miedo o callado por los intereses de sectores
afines al poder, después de la persecución, la cárcel e incluso de
la muerte que sufrieron algunos de los protagonistas (A veces el
menosprecio invisibiliza). Menospreciar o
callar los hechos de 1912, la huelga que movilizó a miles de
agricultores, surgida a un tiempo en distintas colonias y pueblos
del sur Santa Fe y de las provincias vecinas (Córdoba, Entre Ríos y Buenos Aires), tuvo como objetivo
ocultar uno de los movimientos sociales de principios del S XX que
puso en tela de juicio y atacó las prácticas económicas del
Régimen Oligárquico. A la lectura histórica “apolítica” -dentro de la educación primaria y secundaria- le siguió hablar de estos temas: acumulación de riqueza y pobreza, una sociedad cambiante y en crisis, la huelga y los derechos negados.
Cuando hacía
décadas que no se hablaba del movimiento social que encabezaron los
agricultores y al que se sumaron otros actores sociales como
comerciantes, periodistas, curas, descubrimos el Grito de Alcorta.
Desempolvamos libros viejos para releer los acontecimientos (que es
lo mismo que reescribir). La tarea emprendida permitió resignificar la historia local, releer o escuchar los relatos y volver a interpretar la historia
local y regional que ya se había escrito. Así
empezamos.
La
identidad. Nuestros abuelos fueron
inmigrantes o criollos nacidos en estas tierras hijos o nietos de españoles y de mujeres indias. Ante todos estos temas que irrumpían en las aulas, algunos pocos se
animaron a decir que ellos eran descendientes de los pueblos
originarios. Estábamos empezando a completarnos.
Fuimos al rescate
de la memoria familiar, también navegamos imaginariamente el océano
para volver a la tierra de los inmigrantes, a Europa. Las aulas se llenaron de
personajes coloridos, de lenguas diversas, culturas que se habían
ido amalgamando para formar una trama nueva: Nuestra comunidad.
Nuestra
región, porque aquí no hablaremos del país, es el resultado de la
mezcla de razas, de la heterogeneidad de ideas, de la amalgama de
culturas. Los inmigrantes españoles, italianos, eslavos establecidos
en estos pagos y los criollos poseían lenguas o dialectos
diferentes, y allá por el año 1912 todos levantaron la voz con
el mismo grito: Paz, trabajo, dignidad. En la Escuela estábamos recuperando esas
voces a través de la lectura, el diálogo reflexivo, el trabajo
colaborativo.
La
construcción colectiva lleva tiempo. El estudio de la misma nos
obliga a volver la mirada una y otra vez sobre el pasado, los hombres y mujeres protagonistas, para releer la historia, para aportarle aires
nuevos y enriquecerla. Vivimos en un tiempo histórico y hacemos la
historia a la vez, sólo que la mayor parte del tiempo no somos
conscientes de eso.
Construir
una historia colectiva. La historia nos
pertenece a todos, aunque sean unos pocos los que tienen el saber
académico y menos aún los que aparecen como protagonistas en los
libros de textos. Los historiadores, los profesores, los escritores,
las instituciones educativas, las Universidades, las Academias, hacen
la historia “grande”, eso es lo que los otros, los que se
quedan fuera de esos saberes, piensan. Sin embargo, desde la recuperación de la democracia y
hacia finales de la década del 80, nosotros en Alcorta -como se
hizo en otros pueblos y ciudades- iniciamos una tarea de
construcción colectiva de la historia.
Se inició en las aulas, la
continuamos en las calles, plazas, teatros, todos juntos, a través
de este tiempo. También desde las instituciones: la Comuna, la
Iglesia, las Escuelas, el Museo, los Clubes, las instituciones en
general participaron de la tarea; es decir, somos
protagonistas de la historia y entre todos reescribimos la historia de nuestra localidad y la huelga agraria llamada el "Grito de Alcorta".
Actuar la
historia. En la Escuela los niños y jóvenes
indagaron el pasado con fuentes directas, en cartas, fotografías,
diarios, revistas de la época de la huelga y posteriores;
entrevistaron a diferentes actores: los agricultores de hoy que
aportaron saberes heredados de padres y abuelos, refirieron
anécdotas, que acopiaban aún herramientas antiguas y tenían
memoria de técnicas de trabajo caídas en desuso; los abuelos de
los chicos u otros pobladores fueron invitados a la escuela, en
rondas de mates y charlas, nos contaron, en las aulas, cómo era la
vida cotidiana cuando ellos eran niños, qué sabían del Grito de
Alcorta por los relatos familiares, qué no se había contado de
aquella época y de la huelga agraria.
Para nuestra sorpresa, la
mayoría no tenía noticias del movimiento agrario de 1912, o
contaban con muy poca información. La entrevista nos acercó a la
historia oral que los alumnos pudieron recuperar, permitió tener
distintas versiones del proceso. Reconstruir el pasado
es siempre complejo, se tiene una aproximación de los hechos y no hay una verdad revelada.
En actos
escolares, en las salas colmadas por un público agradecido vimos a
Francisco Bulzani, a los hermanos Netri, a Capdevila escuchamos sus
voces, sus discursos acalorados, María Robotti arrojaba el
delantal para declarar la huelga en la chacra que arrendaban y todos hablaban de la huelga.
Ya sabíamos de sus
penurias, conocíamos sus sacrificios, era nuestra también la
nostalgia por la tierra lejana. Fuimos ellos, los representamos, los
miramos de cerca, los empezamos a comprender y escuchando sus voces,
en la Escuela, en las plazas, sobre los escenarios, comprendimos la
historia. Hace treinta años que iniciamos esta tarea que ya ha dado
frutos.
La
historia social. Ser actores de la historia
hoy ya no es un concepto nuevo. Se inició en el S XX con la revista
de los Annales (Lucien Lebvre y Marc Bloch, 1929) en Francia, y
convocó a un amplio número de historiadores después de 1950; la
historia había pasado a ser “social por naturaleza”, dado que
todas las personas, aún las desconocidas, llevan a cabo acciones
cotidianas, todo testimonio del pasado puede servir al historiador.
Con la democracia recuperada en 1983 y el cambio curricular, en las
aulas nos dedicamos a mirar de cerca a los protagonistas de la
historia, se dejaron de lado a los héroes de mármol; sin hazañas
de reyes que rememorar, ni cosmogonías míticas que contar,
reconstruimos la historia local hecha por hombres y mujeres
luchadores, por el trabajo de muchos anónimos, las luchas políticas
de socialistas y anarquistas venidos de Europa, y las organizaciones
sociales que los agruparon; construimos un relato que se engarzaría
en la historia regional y nacional.
Desde la
nueva propuesta había que dar un sentido diferente a la historia
local, resignificar los textos escasos que nos hablaban de las
instituciones, narraciones de la historia fáctica, algunos alejados
del análisis político. La tarea entonces fue que los estudiantes
comprendieran que lo que se producía en Alcorta y en toda la zona
pampeana era la base del modelo agro-exportador, reflexionar sobre las
causas y la trascendencia de una huelga agraria que podía sacudir
las bases del modelo económico en que se sostenía la oligarquía
enquistada en el poder de la Nación desde 1880.
Nos acercamos a la vida de los
pobladores de principios del siglo pasado, a la explotación a la que fueron sometidos los
arrendatarios, a la falta de derechos que hoy consideramos
fundamentales como el trabajo digno, la salud, la educación, la
vivienda digna. Los agricultores se movilizaron empujados por sus
necesidades y sus ideas, caminaron chacra por chacra para
conseguir adhesiones y levantarse, declarar la primera huelga agraria en la asamblea en la Sociedad
Italiana el 25 de junio de 1912.
Hablar del Grito de Alcorta es hablar de todo aquello. Parar la
cosecha o no sembrar significaban atentar contra el modelo en
vigencia, porque la economía capitalista mundial se proveía de
materias primas de los países como la Argentina, productores de lo que los mercados demandaban, sin desarrollo
industrial, importadores de manufacturas y de capitales.
El rescate
del pasado construye nuestra memoria colectiva y la comprensión de
los procesos políticos, sociales, económicos y culturales nos
llevan a apropiarnos de nuestra historia y construir, a la vez, la
propia identidad.
Resignificar
el trabajo, las luchas sociales. En la
Escuela, para hablar de Alcorta, hablamos del mundo después de la
Revolución Industrial, del trabajo en el sistema capitalista y de
las consecuencias del capitalismo industrial, de las luchas sociales,
de los movimientos obreros, de los partidos políticos, de sindicatos
y cooperativas que defendieron los derechos de los trabajadores.
Esos hombres
estaban tan lejos de sus tierras y tan cerca nuestro, a pesar del
tiempo transcurrido. Por los documentos, los relatos orales y los
escritos sabemos que muchos de los inmigrantes que se instalaron en
esta región habían sido militantes políticos socialistas,
anarquistas, o habían participado en organizaciones sociales, sus
ideas dieron sustento al movimiento agrario de 1912.
Los alumnos, en
mayor o menor grado, fueron tomando contacto con esos conceptos. Las
ideas políticas o movimientos sociales europeos empujaron a los
hombres de aquel momento a actuar en Alcorta y en toda la región
pampeana frente a los contratos de alquileres injustos, a la pobreza
de los campesinos que vivían en campos ricos y fértiles. Comprender
un contrato de arrendamiento o alquiler puede ser complicado, el docente de Historia
puede seleccionarlo o no como fuente en una de sus clases, pero en
las fotografías sí leemos la miseria, sí comprendemos la soledad y
la falta de protección de aquellas familias instaladas en las chacras que
arrendaban, las imágenes ponen de manifiesto el trabajo duro que
debían enfrentar y la pobreza. Socialistas y anarquistas, algunos
hombres de la Iglesia, como los sacerdotes Netri, o comerciantes como
don Ángel Bujarrabal los alentaron a enfrentar el abuso de los
poderosos.
Cabe aclarar que con las sucesivas reformas educativas iniciadas con la Ley Federal de Educación de 1994, los contenidos curriculares se han modificado y en la Escuela secundaria no se desarrollan los contenidos de los que hemos estado hablando, a menos que el profesor lo decida, cuando, por ejemplo, el tema de estudio es el modelo agro-exportador en la Argentina o cuando se tratan las luchas sociales del S XX.
Los discursos sociales
En
la Escuela primaria y secundaria se han empleado textos para la
enseñanza de la historia que desde los distintos sectores sociales
nos aproximan a la historia local. En este tiempo de construcción
histórica dentro y fuera del ámbito escolar circularon diversos
discursos sociales (Según el concepto de M. Bajtin, En Estética
de la creación verbal).
El
discurso académico
se utiliza en diversas disciplinas para designar el conjunto de
discursos orales y escritos producidos en ámbitos relacionados con
la enseñanza (con una finalidad, generalmente, didáctica) y en la
relación que se establece entre los participantes: de experto a
experto o de más a menos experto. Se trata de discursos segundos, en
el sentido que son el resultado de la elaboración y la
transformación de otros discursos producidos anteriormente. Discurso
didáctico que tiene como objeto poner en contacto a los estudiantes
con los hechos y los procesos históricos, que los introduce en la
lectura de documentos, los ubica en el tiempo y en el espacio
histórico y los acerca a las fuentes que emplean los investigadores,
entre otros objetivos.
Los
manuales de historia
empleados en la Escuela son fuentes secundarias, basados en la
investigación de otros historiadores. La historiografía tradicional
intentaba ser “objetiva”, afirmaba su verdad histórica como
universal y, por lo tanto, “apolítica”; era una manifestación
de los sectores de poder, del imperialismo y de la oligarquía. La
historia como disciplina le abrió las puertas a América Latina, a
la Región, a la Localidad, se conectaron los contenidos con el
espacio, el medioambiente; se visibilizaron los sectores oprimidos,
las luchas sociales de los trabajadores, entre ellos, los
inmigrantes agricultores que habían poblado el sur de la
provincia, se dedicaron a cultivar la tierra y a forjar estos
pueblos y colonias.
Los
relatos orales, las cartas, los contratos, las actas,
son testimonios de una época, textos individuales, familiares o
institucionales y fuentes de información, documentos aportados por
los alumnos y por las instituciones de la localidad.
El
discurso periodístico de la época de la
huelga y los escritos con posterioridad, hasta hoy. Crónicas,
ensayos, artículos de opinión.
Las
expresiones literarias: poesía, canción,
novela, teatro, representaciones literarias de las luchas agrarias,
de la vida de los inmigrantes, de los conflictos sociales.
El
discurso político de principios de siglo, el
de los líderes del movimiento agrario, el discurso político de
dirigentes políticos y sociales, de socialistas, anarquistas, y de
los hablantes actuales.
El
discurso de la historia de los partidos
políticos, el Partido Socialista,
y de las organizaciones gremiales, el de Federación
Agraria Argentina, que tomaron la huelga de
1912 como punto de partida o como una de las luchas trascendentales
de los trabajadores de principios del siglo pasado.
Las
fuentes no escritas y otros testimonios de la
época como fotografías, herramientas, utensilios, vestimenta, entre
otros, son material para ser explicado en las aulas y permiten poner
en palabras la vida cotidiana a partir de los objetos.
Valoración
del pasado reciente.
Valorar el pasado reciente es parte de esta historia, porque a la
comprensión y a la apropiación le sigue la valoración, darse
cuenta del valor que tuvieron los que protagonizaron la huelga
agraria, tomar conciencia sobre la lucha que llevaron adelante
aquellos hombres y mujeres que hicieron una lectura correcta de la
realidad y quisieron modificarla. Ellos comprendieron que podían
dejar de ser sujetos pasivos, explotados por los que poseían las
tierras, cómplices de un gobierno al que no le importaba el
desarrollo de las regiones productoras de alimentos, sino el de una
capital afrancesada, que le daba la espalda al “Interior”.
Trabajamos
en la Escuela para hacernos cargo de que los episodios de la historia
no pueden comprenderse sin entroncarlos en lentos y, a veces,
oscuros procesos que se refieren a la vida de la sociedades, a su
organización económica y a su creación cultural. También es
cierto que con nuestro trabajo en las aulas se pudo caer en el
simplismo escolar, pero no habrá sido simplismo deformante sino una
forma elemental de los planteos que hoy hacen posible la comprensión
de la ciencia histórica.
La memoria
no es retroceso, por eso seguimos hablando de historia, de nuestra
historia. La Escuela ha vehiculizado un abordaje nuevo y colectivo
del proceso que culminó en la huelga y en los hechos posteriores. Y
nos sentimos orgullosos del pasado y de ser parte y protagonistas de
la construcción de la memoria.