Ella era mala y mentirosa. Bajando la voz: Lo engañó siempre. Él la había visto tan linda, tan buena. Vivieron muchos años juntos, yo no
sé. El sí forzoso los envenenó un poco cada día.
Él era un vago, no le
gustaba el trabajo. Un mantenido. Miserable, mezquino, aprovechador, no lo
quise nunca para ella. Masticaban la rabia incontenible a toda hora. Hartos, decidieron
separarse.
Entonces, los devoró la pelea, se arrastraron hasta lo más
bajo. Se tiraron los platos. La
distancia creció en cuotas, como todo lo que había pagado él y que ella se
llevó después.
Nada quedó del apetito inicial. Ahora, estaban famélicos de
nuevos amores.
Al final, empachados de resentimiento, vomitaron todos los
no que tenían atragantados y se fueron sin despedirse, como desconocidos, soltando
broncas.
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