En el marco de la Licenciatura en Enseñanza de Lengua y Literatura (U.N.L.)
La determinación del Sujeto por el Significante
“¿Por qué me
mientes [... ] , sí, por qué me mientes
diciéndome que vas a Cracovia para que yo crea que vas a Lemberg, cuando en
realidad es a Cracovia adonde vas? (El seminario sobre La carta robada, p.14. Lacan, Jacques).
Parafraseando a Jacques Lacan leemos ( re-escribimos) en La carta robada de Edgar Allan Poe:
¿Por qué me mientes Reina ... para que yo crea que es una
carta sin importancia, cuando en realidad puede ser la causa de tu perdición y
mi ascenso político?, diría el Ministro.
O bien, ¿por qué me
mientes Ministro ... para que yo crea que es otra carta (otro sello, otro
color, otra letra) cuando en realidad es la que yo busco?, suponemos que diría Dupin.
Lacan contradice,
según el descubrimiento psicoanalítico, la armonía
preestablecida por Ferdinand De Saussure entre significado/ significante, el desencuentro
del individuo con el mundo, consigo mismo y con el lenguaje. Así, en el ámbito
del lenguaje Lacan establece la primacía del significante.
La oposición
consciente/ inconsciente instaura una disimetría fundamental entre lo sabido
(la conciencia) y lo que se desconoce (lo inconsciente). Es en la literatura,
en el lenguaje poético donde podemos apreciar esa desarmonía, además de
reconocerla en el lapsus, el chiste, el sueño. Para Lacan el significante tiene la primacía sobre el
otro plano del signo, el significado, es
el significante el que puede revelar el/ los sentido/ s del texto, el que tiene
preeminencia sobre el Sujeto.
En La
carta robada , la carta vuelta con la suscripción hacia arriba, a la
vista del observador (Ministro, Rey, policía, Dupin) viene a ser el significante,
no porque sea el cuerpo, el exterior, sino porque dice más de lo que cualquiera
de los Sujetos pretenden que diga. “Esto
les ayudará a no pensar en las verdades que es mejor dejar en la sombra”, la cita nos remite también a la
manifestación de la preeminencia del significante sobre el sujeto. Lo obvio, lo
evidente a los ojos del otro es lo oculto, lo que desean ocultar.
Primero el Ministro
y luego Dupin descubren ese ocultamiento, el significado de la simulación.
Lacan nos habla de “significancia”
en términos de articulación entre significantes que producirán efectos de
significado. Ambos reemplazan la carta por otra, se repite el ocultamiento,
aunque sin éxito. La Reina es testigo del cambio que lleva a cabo el Ministro,
pero calla para no ser descubierta , por temor al Rey; Dupin también descubre
al Ministro y deja otra carta con un mensaje diferente. Difiere de la
primera por el contenido y porque tendrá
otro sentido para el que la encuentre.
El Ministro toma la
carta real y deja otra ante los ojos azorados de la Reina, para hacerle saber
que está en sus manos, que es él quien tiene el poder de hundirla ante el Rey
si la traicionase, si usase la carta políticamente. Desconocido el texto de la
carta (significado), se transforma el significante en sentido en sí mismo, en “significancia”, dado que es entonces
cuando se produce la articulación entre el significante y los sujetos.
Ya no interesa si
hubo infidelidad o traición de la Reina. La carta, metáfora de lo otro, es lo
que cobra valor para los Sujetos. Al final, se repite el procedimiento (un
objeto estará en lugar de otro para cambiar, otra vez, de sentido), sin
embargo, Dupin podrá “ver” la carta oculta (a la vista de todos), ya que, como en el juego de pares y nones, es
capaz de descubrir el lado oculto de su
contrincante.
En cambio, el Rey y
la policía no ven. El texto nos dice: “Los
buscadores tienen una noción de lo real tan inmutable que su búsqueda llega a
transformarlo en su objeto... su imbecilidad (ceguera) no es de origen
individual o corporativa es de origen subjetivo”, es decir, pueden ver en
un solo sentido.
Leemos: “...es la carta y su desviación la que rige
sus entradas y sus papeles... Al pasar bajo su sombra se convierten (los
Sujetos) en su reflejo. Al caer en posesión de la carta ... es su sentido el
que los posee”. Ambivalencia,
multiplicidad de sentidos, una carta (significante) y tres personajes (Sujetos)
que lejos de poseerla son poseídos por ella. La vida, el honor y la fortuna de
los tres dependen, en mayor o en menor grado, del significante.
Para la Reina la
carta es amor o traición, complot, la posibilidad de perder la dignidad real.
Para el Ministro es ambición, poder, primero el triunfo, después derrota y
burla. Para Dupin es lucimiento, dinero, triunfo y venganza al final. Para los
“ciegos” (Rey, policía), nada más que una carta, sentido unívoco, dada la
“imbecilidad” manifiesta ante el significante. Padece la Reina cuando pierde su
carta, ante la posibilidad de ser descubierta. Padecerá el ladrón, después de
creerse triunfante. Sin embargo, Dupin, quien no tiene motivos para sufrir, es
también en algún sentido, instrumento de la carta. Es él quien la descubre, la
recupera y puede hacer que la carta llegue a destino. La carta diferida será
restituida.
La carta,
finalmente, sufrirá las variaciones de sentido que corresponden a la
articulación del significante con los Sujetos: será carta real, símbolo de un
pacto, complot, traición; poder,
ambición, extorsión; burla, venganza, restitución, retorno. La carta robada
(diferida) puede ser para el lector, como para Lacan, el recorrido del
significante, el desencuentro del
individuo con el mundo, consigo mismo y con el lenguaje.
La carta robada (The Purloined Letter) es uncuento del escritor estadounidense Edgar Allan Poe publicado por primera vez en diciembre de 1844 en The Gift. Más tarde se reprodujo en numerosos periódicos y revistas.
Es la última de las tres historias protagonizadas por el detective Auguste Dupin.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario