lunes, 23 de junio de 2014

No era la primera vez. De la crónica periodística


  Lo vio cuando la chica entró al dormitorio. Estaba enfurecido. No era la primera vez. Si el chiquito lloraba, se volvía loco. Cuando el de siete años molestaba a la hora de la siesta, gritaba hasta que todos los vecinos salían a la vereda.
  Era una pareja despareja. Ella tenía veinticinco o veintiocho, más o menos, y él tenía unos sesenta y pico, usted sabe cómo son esas cosas. Para mí que ella se juntó con el viejo para darle un bienestar a los nenes, pobrecita.  ¿Qué se iba a imaginar? Lástima que se quedó. Todos acá en el barrio le decíamos que se fuera. Pero, ¿adónde iba a ir la pobre con los dos chicos?
Primero la golpeó y parece que se le fue la mano. Después la colgó del tirante de la pieza… Está muy marcada. El de siete presenció todo. Cuando entramos -ya habíamos oído los gritos, pero allí siempre peleaban ¿quién se iba a meter, vio?- la vimos a ella. Era una chica joven y linda. Él estaba colgado en el patio, en un roble viejo que había plantado el padre de su padre.

  “El sexagenario habría asesinado a su esposa y luego se quitó la vida, en presencia de un niño de siete años”, dijo el periodista rosarino en el noticioso del mediodía.




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