Lo vio
cuando la chica entró al dormitorio. Estaba enfurecido. No era la primera vez.
Si el chiquito lloraba, se volvía loco. Cuando el de siete años molestaba a la
hora de la siesta, gritaba hasta que todos los vecinos salían a la vereda.
Era
una pareja despareja. Ella tenía veinticinco o veintiocho, más o menos, y
él tenía unos sesenta y pico, usted sabe cómo son esas cosas. Para mí que ella
se juntó con el viejo para darle un bienestar a los nenes, pobrecita. ¿Qué se iba a imaginar? Lástima que se quedó.
Todos acá en el barrio le decíamos que se fuera. Pero, ¿adónde iba a ir la
pobre con los dos chicos?
Primero la golpeó y parece que se le fue la mano.
Después la colgó del tirante de la pieza… Está muy marcada. El de siete presenció
todo. Cuando entramos -ya habíamos oído los gritos, pero allí siempre peleaban
¿quién se iba a meter, vio?- la vimos a ella. Era una chica joven y linda. Él estaba colgado en el patio, en un
roble viejo que había plantado el padre de su padre.
“El
sexagenario habría asesinado a su esposa y luego se quitó la vida, en presencia
de un niño de siete años”, dijo el periodista rosarino en el noticioso del
mediodía.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario