Se acallan los ruidos,
Son voces de penas
disminuidas
Por el olvido (que no
es otra cosa que desear olvidar).
Cae la dicha en alguna parte
Pero es esquiva
siempre, indiferente;
Acepto la aridez con la
resignación
De un desierto, con la
misma rabia
De la tierra que espera
la lluvia,
Las semillas de trigo,
el pan,
Con la tristeza de los
desolados,
De los despojados, de
los perseguidos,
De los pobres que no
tienen un lugar por la mezquina
Máquina de los
poderosos.
Oscurecen los cielos, de
nuevo saldrá el sol,
Nada curará las heridas. Cicatrices feroces.
Otro día, alguien deslizará
rayos de verbos incoherentes,
Una conjugación
errática que hiere;
Nadie corregirá las
palabras intoxicadas,
Que por eso mismo duelen
más.
Con el tiempo se achica
el dolor, se apoca hasta ser imperceptible
Aunque no cesa.
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