Trece
PEPERINA
Cómo
preparar Agua de menta del campo
Para
preparar el agua de menta, hay que mezclar 50 g de peperina seca con
32 g de alcohol puro y 160 g de agua. Dejar
hervir la mezcla durante 15 minutos a fuego lento, tratando de que el
fogón sea bajo.
Las
hojas de peperina se consiguen en las sierras. Hay que subir,
recorrer senderos esquivando molles y talas, si uno quiere, puede
descansar a la sombra de algún árbol de algarrobo o mistol (como
hacíamos Lila y yo) y, entre las piedras, debajo de espinillos,
romerillos o chañares aparece la peperina; también hay menta,
albahaquilla, salvia y tomillo que son buenas para preparar tisanas o
para cocinar. Es como encontrar oro entre las piedras.
Al final, se añade al agua unas gotas de esencia de heliotropo, que es una planta de perfume muy intenso, de flores pequeñas blancas o violetas que también crece por acá.
Al final, se añade al agua unas gotas de esencia de heliotropo, que es una planta de perfume muy intenso, de flores pequeñas blancas o violetas que también crece por acá.
Uso
terapéutico
Es ideal para las mujeres.
Es ideal para las mujeres.
En
el caso de las embarazadas, pueden tomar esta infusión para aliviar
el mareo y las náuseas matutinas. Se recomienda que la infusión sea
liviana y la mujer no debe tener antecedentes o riesgos de perder el
embarazo.
El té estimula la menstruación, cuando existen retrasos, y suele también aliviar los dolores menstruales. Esta clase de menta es antiespasmódica, tónica, estimulante, colagoga y también afrodisíaca, en dosis elevadas. Se puede usar y recomendar en casos de nerviosismo, insomnio, dolores espasmódicos y jaquecas.
El té estimula la menstruación, cuando existen retrasos, y suele también aliviar los dolores menstruales. Esta clase de menta es antiespasmódica, tónica, estimulante, colagoga y también afrodisíaca, en dosis elevadas. Se puede usar y recomendar en casos de nerviosismo, insomnio, dolores espasmódicos y jaquecas.
Cada
vez que preparo esta infusión pienso en nuestras mañanas en las
sierras, en las breves excursiones, en tu aroma a menta, en mi
impaciencia por tenerte. Esas búsquedas a menudo nos
revelaban algo desconocido. La nuestra
era una cosecha reducida de peperina, menta y poleo para agregar
notas a los jarabes o para hacer las recetas que nos pedía el
boticario; era más importante explorarnos.
Tomo
el té de menta para dormir, por el nerviosismo del posible
encuentro; te busqué tanto sin éxito hasta ahora. Mejor me voy a
dormir. Ya es muy tarde, creo que las tres. Mañana será otro día.
Espero que la información que me pasó el gallego Souto en el Correo
sea útil, ojalá pueda hablar con alguien de tu familia o
encontrarte en Colonia Caroya.
Catorce
COLONIA
CAROYA
El
viaje en tren a Colonia Caroya fue bueno. Obdulio bajó en la
estación, debía caminar hasta la plaza central, después dos
cuadras por la calle 11 de septiembre y doblar a la derecha por la 25
de mayo, en el número 843 estaban la casa de familia y el negocio de
chacinados, tal como le había indicado su amigo Souto.
“Delapietra
Hermanos”
leyó en el cartel y vio un cerdo feliz pintado debajo de las letras
góticas del apellido. A Obdulio le pareció simpático el cerdito.
En
el local había excesiva lejía para disimular el olor a verraco.
Obdulio recordó que el hipoclorito de sodio diluido en agua había
sido desarrollado por el francés Claude Berthollet, el alquimista de
la lejía, y cien años más tarde Louis Pasteur comprobó su poder
para combatir gérmenes y bacterias. Más lejía, menos hedor a
chancho. ¡Qué grandes hombres! Alquimistas, sentenció.
Preguntó
por el dueño y el dependiente le respondió que estaba de viaje, que
se había ido a Buenos Aires a la casa de la hija. Obdulio quiso
saber cuántas hijas tenía Delapietra.
-Por
curiosidad, si no le importa...
-Una
hija, se llama Mariagrazia, es muy linda.
Obdulio
miraba cómo el otro envolvía los salames que había comprado.
-La
verdad que tuvo suerte don Antonio, la casó bien… con un francés
de plata.
El
muchacho le cobró. Y él no quiso seguir hablando, no se atrevió a
preguntar más y salió del negocio. Se fue sin saludar, no podía
creer lo que había oído. Lila, a quien había buscado con
obstinación esos años, estaba casada y vivía en la capital con un
extranjero. Lila estaba con un francés, lo había olvidado. Lila lo
había engañado.
Obdulio
dejó la chanchería, el olor a verraco se fue con él, como la
herida.
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