Me miro,
no soy yo
Es otra
la que habita este territorio
Mío, viene de lejos, desde la arcaica sombra
De
aquellos que anduvieron por desiertos,
De los
que se refugiaron en cavernas.
No soy
yo, son ellos
Los que
hambrientos persiguieron
A la
presa.
Yo recojí
la obstinación y el cansancio
De esos
hombres hoscos y desgreñadas mujeres,
Primeras
madres nuestras.
No soy
yo, son ellos.
Sus ojos
brillaban en las sombras;
Yo
también me escondí y huí,
Feroces
garras, sed de sangre.
El animal
y el hombre.
El hambre
y el terror.
Son ellos
Los que
recogieron frutos,
Vieron
la creación completa en la semilla
Y
enterraron para que brotara el mínimo universo,
Una y
otra vez.
Ahora, de
mí brota la palabra secuestrada,
Enterrada,
Viva.
Son
ellos, no yo,
Me
habitan,
Estremecen
sus voces,
Escucho lenguas oscuras, vienen desde el fondo de la
tierra,
De un
tiempo desvaído.
Escribo.
Después
del silencio.
Escribo.
El
cazador no está. No volverá.
Ahora,
puedo descansar en mí.
Ahora, escribo
la palabra liberada.
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